viernes, 19 de septiembre de 2014




¿SON MUDOS LOS ANIMALES?






EL HABLA


NESKA  está sentada a mi lado jadeando silenciosamente, mirándome: algo quiere. En nuestros paseos me dice cuándo hemos andado ya lo suficiente y quiere regresar a casa: brinca y gira sobre las patas traseras, y luego se vuelve derechita por donde vinimos. Abro el grifo de su bañera, le sonrío; ella baja la cola y empieza a moverla, con las orejas pegadas a la cara. Cuánto nos decimos sin pronunciar una palabra.






Es patético referirse a los animales como nuestros "amigos mudos"; observar el "distraído desconcierto" del perro; asentir con la cabeza al hablar de su "mutismo reservado". Son formas familiares de hablar sobre los perros, que nunca responden de la misma forma en que les hablamos. Buena parte del encanto del perro está en la empatía que le podemos suponer cuando nos contempla en silencio. Sin embargo, creo que estas caracterizaciones, aunque resulten evocadoras, son erróneas en dos sentidos.






En primer lugar, me temo que no es que los animales quieran hablar pero no puedan, sino que nosotros deseamos que nos hablen y no lo logramos. Y en segundo lugar, la mayoría de ellos, y los perros en particular, no carecen de expresiones ni son realmente mudos. Los perros, como los lobos, se comunican con los ojos, las orejas, la cola y su postura. Lejos de ser agradablemente silenciosos, chillan, gruñen, resoplan, dan gañidos, gimen, suspiran, se quejan, ladran, bostezan y aúllan.  Y todo eso ya en las primeras semanas de vida.






LOS PERROS HABLAN. Se comunican, declaran, se expresan. No es ninguna sorpresa; lo sorprendente es la frecuencia con que se comunican y las múltiples maneras de hacerlo. Hablan entre ellos, nos hablan y hablan a los ruidos que llegan del otro lado de la puerta cerrada o que se ocultan entre las hierbas. Es una sociabilidad que conocemos muy bien: poseer una amplia variedad de formas de comunicarse es propio de un ser social, como somos los humanos. Parece que otros cánidos, como los zorros, que no viven en un grupo social, tienen un repertorio mucho menor de cosas que decir. Incluso los ruidos que hacen los zorros indican su naturaleza más solitaria: hacen unos ruidos que llegan bien a grandes distancias. Con sus cariñosos ruidos y susurros, el perro muestra rotundamente que no es mudo. Las vocalizaciones, el olor, la postura y la expresión facial sirven para comunicarse con los demás perros y, si sabemos escuchar, con nosotros.











FUENTE: "EN LA MENTE DE UN PERRO" (Lo que los perros ven, huelen y saben) 2ª edición.

AUTORA: ALEXANDRA HOROWITZ, es profesora de psicología en el Barnard College de la Universidad de Columbia. Es doctorada en Ciencia Cognitiva por la Universidad de California en San Diego. Ha estudiado la cognición en humanos, rinocerontes, bonobos y perros. Antes de iniciar su carrera científica trabajó como lexicógrafa del Merrian-Webster y como periodista de The New Yorker. Vive en New York con su marido y su perro.

© Alexandra Horowitz, 2009

© de esta edición: RBA Libros, S.A., 2011, Barcelona


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