miércoles, 27 de enero de 2016



QUÉ DECIMOS CUANDO DECIMOS  “ESTERILIZACIÓN”.

Jacobo Milano







En este sitio, también en otros de la red, a menudo se recomienda la castración de los animales (perros, gatos, etc.) que tenemos con nosotros. A los que llamamos mascotas. Y reconozcamos que son muchas voces las que se alzan indignadas contra nuestras demandas. Por ello creo necesario dejar claro en el punto de vista de quienes optamos por la castración de esos animales.






    a)  Nuestras “mascotas” son animales NO enseres artificiales pergeñados para nuestros juegos delirantes.


    b)   Como animales tienen una vida sexual orientada a la perpetuación de su especie. Sus interacciones sexuales están apalancadas al tiempo del celo de las hembras.






Si dejamos que se apareen cuando los animales sienten esa lacerante impetuosidad del instinto, como resultado, tendremos otros una cantidad de animales a nuestro lado que con toda seguridad no podremos atender. Ergo cada año vemos la enorme cantidad de pobres animales abandonados en nuestros pueblos y ciudades, que posteriormente son ejecutados en las perreras.






Claro, me diréis, para solucionar ese problema existen otros medios que no son el de la castración. Sí, existen píldoras e inyecciones que se pueden administrar a las hembras y anular con ellas el prurito sexual del animal en ese periodo vital. Lo que ocurre es que esos medicamentos suelen tener muy malos efectos a la larga en el animal, tumores, etc. ¿Estarías dispuest@ a correr ese riesgo?  ¿Hasta qué punto sientes cariño por ese animal que a su vez tanto te quiere y te necesita?






Gata preparada para ser operada de una tumoración masiva, producida por anticonceptivos.



A la hora de la verdad, tengo que admitir que todos esos reparos que se ponen frente a la castración de nuestros amigos de otra especie, no son más que “fantas -mas” que revolotean en nuestra cabeza. Algo demasiado humano. ¿Por qué?

Porque me parece que de lo que se trata es de escrúpulos que sentimos ante nuestro obrar. Pensamos que con la castración de los animales transgredimos el curso en sí de la naturaleza. Pero ¿no lo hemos hecho previamente ya? Al acoger en nuestra casa al animal, este, tal vez, ¿no lo hemos incorporado a nuestro mundo? Y ¿cuál es nuestro mundo? La civilización y sus culturas.


No pedimos castrar animales en el Serengeti.






De una camada de cinco cachorros de león, sólo uno o dos llegarán a la edad adulta.





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