martes, 3 de mayo de 2016



PERCIBIENDO LA GRAVEDAD.








Otros de los animales que viven un mundo completamente diferente al nuestro son los cefalópodos. Imaginemos que fuésemos un cefalópodo. Tenemos un cerebro centralizado, pero también tenemos otro cerebro distribuido por nuestro cuerpo, ambos no se interfieren pero se conectan. Nuestros ocho brazos tienen más de cincuenta millones de neuronas con unos quimiorreceptores terriblemente sensibles, hasta el punto de que tocando cualquier alimento ya lo probamos sin necesidad de llevarlo a nuestra boca. Incluso tenemos sentido del gusto en esos quimiorreceptores. Es más, si por accidente perdemos un brazo, este actúa como si estuviera vivo.





Los cefalópodos disponen de ojos que polarizan la luz, por lo que pueden ver a otros seres que utilizan la transparencia para camuflarse.



Al margen de esta peculiaridad extraordinaria, tenemos un par de ojos como los humanos, pero esos ojos perciben la gravedad y se mantienen alineados independientemente de la orientación que adopte el cuerpo. ¿Cómo perciben la gravedad? Es algo que desconocemos, pero cualquier día tendremos una explicación, a través del mundo cuántico, como la tuvimos con la orientación de las aves. Además son ojos que polarizan la luz, por lo que pueden ver otros seres que utilizan la transparencia para camuflarse. Son ojos con cualidades como los pájaros, pero en vez de utilizarlos como impulsos neuronales que crean una imagen del campo magnético en el cerebro del pájaro, los utilizamos para percibir la gravedad. Así que el pulpo, que para algunos sólo es un plato gastronómico, tiene unos ojos que interactúan con una de las cuatro fuerzas fundamentales: la gravedad.






En vez de labio tendríamos pico y saliva venenosa. Nuestra piel está repleta de pigmentos que nos permite escoger, entre una gran gama, el color que queremos tener. Si estamos frente a una pared negra y queremos pasar desapercibidos podemos adquirir el mismo color que ésta, y esto lo podemos realizar en un segundo. Es más, si queremos cambiar la textura de nuestra piel para imitar, no sólo el color, sino el dibujo de la pared, también podemos conseguirlo en otro segundo.






Tenemos cierta inteligencia, somos capaces  de desenroscar una tapadera de un bote o movernos sin problemas de orientación por un laberinto. Como ser viviente tenemos una gran curiosidad. Es indudable que como pulpo viviríamos un mundo diferente a nuestra realidad, con posibilidad que no tenemos en esta realidad.


Ya he tratado la teoría de los mundos paralelos en que se mueven los perros en Los gatos sueñan con física cuántica y los perros con universos paralelos. No voy a insistir nuevamente, pero su realidad es distinta a la nuestra, una realidad que viene marcada por los olores de las moléculas más complejas, desde feromonas hasta olores que nosotros no hemos percibido nunca.


Los olores son tan misteriosos como persistentes, son viajeros del tiempo, capaz de hacernos rememorar cualquier suceso del pasado. Los olores se funden con el pasado, sus moléculas quedan grabadas en nuestros cerebros. El ser humano es capaz de evocar cualquier situación con un olor que se repite. Si hemos vivido una experiencia impactante, una explosión, el cerebro es capaz de rememorarla automáticamente si nuevamente, a pesar de años transcurridos desde el evento, olemos el explosivo o el material que produjo la detonación. Las moléculas de los olores son viajeros del tiempo.






Los perros tienen una gran memoria olfativa, el pasado y el presente se funde en su cerebro en el que anidan otros olores que los humanos no percibimos. El mundo de los aromas, olores y perfumes es molecular y por tanto se mueve dentro de un  nivel cuántico.






Conozco una pareja que ella le era infiel a su marido, cuando regresaba a casa después de haber estado con su amante el perro la olfateaba intensamente, tenía que ducharse rápidamente. Un día se encontró con su amante paseando el perro y, los perros que no entienden de infidelidades, lo olfateó y con alegría movió la cola, pese a ser un perro poco amigo de los desconocidos que se acercaban a su dueña. Seguramente pensó: “¡Ahora sé de quién es ese olor que mi dueña trae algunos días a casa!”.






Quiero concluir destacando que, posiblemente, existen animales que conviven con nosotros y tienen acceso a otras realidades, a otros mundos que están en este y que nosotros apenas intuimos. ¿Quién nos puede afirmar que un gato no ve otras dimensiones?









FUENTE: “LOS PÁJAROS SE ORIENTAN CON LA FÍSICA CUÁNTICA” y el día que Hawking perdió su apuesta. Más mecánica cuántica para todas las edades.
Por el autor de LOS GATOS SUEÑAN CON FÍSICA CUÁNTICA y los perros con universos paralelos.

AUTOR: JORGE BLASCHKE fue premio Nacional de Periodismo 1982. Ha sido corresponsal de El País, director de programas radiofónicos y guionista y productor de documentales de televisión. Ha estudiado astronomía y paleontología, y codirigido campañas de excavación en Argelia. Ha participado en investigaciones sobre estados modificados de consciencia en el Instituto de Psicología Transpersonal de Barcelona, y ha volcado parte de su interés en el estudio de las religiones milenarias. Ha escrito una cincuentena de libros, entre los que destacan Somos energía, Más allá de lo que tú sabes, Más allá del poder de la mente, La ciencia de lo imposible y Los gatos sueñan con física cuántica y los perros con universos paralelos.

© 2013, Jorge Blaschke
© 2013, Ediciones Robinbook, s.L., Barcelona

MA NON TROPPO. Un sello de Ediciones Robinbook


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