sábado, 11 de octubre de 2014




EL GATO EN EL ANTIGUO EGIPTO




            
                                                   Estatua de la diosa BASTET.


El primer indicio de la domesticación del gato fue hallado en yacimientos arqueológicos que datan de entre el 1600 y el 1500 antes de nuestra era. 
En Egipto los gatos fueron proclamados animales sagrados mucho antes de su domesticación (entre el 2500 y el 2200 antes de nuestra era), probablemente gracias a su extraordinaria habilidad para cazar los roedores que destruían las reservas de grano de los humanos. Debido a tal consideración, fueron elevados al rango de divinidades.





      Así escribían los egipcios la palabra gato, que se pronunciaba MIW




Como expresión de aprecio y devoción se instauró el culto a los gatos, se dedicaron templos en su honor y se instauraron leyes que los protegían.





Estatua de BASTET con el sistro y los gatitos a sus pies. Diosa de la fertilidad, del amor, de la maternidad. Museo del Louvre. París.



La primera divinidad del gato fue Bastet, la diosa de Bubastis, antigua ciudad del delta del  Nilo que conoció una época de notable esplendor durante el reinado de los faraones de la decimonovena dinastía (1320-1200 antes de nuestra era).







         Estatuas de la diosa BASTET, en el Museo del Louvre, de París.




Bastet (o también Bast, Bash, Pasht), la diosa egipcia de la fertilidad y de la casa, también era símbolo de la fecundidad y de la  belleza, y aparecía representada en pequeñas estatuas y amuletos con cabeza de gato y cuerpo de mujer, con un pequeño cesto lleno de gatitos y un sistro. La diosa fue honrada con gran respeto, hasta que los sacerdotes egipcios la incluyeron en la religión oficial del Nuevo Reino (1567-1805 antes de nuestra era). A partir de entonces fue considerada una diosa de la guerra a causa de su aspecto, parecido a una leona, aunque nunca perdió su identidad felina.






Cementerio de gatos en Bubastis. En el Siglo XIX, se incautaron miles de momias de gatos, que las usaron como combustible.




La mayor parte de los antiguos egipcios consideraban a los gatos seres sobrenaturales, dotados de facultades misteriosamente relacionadas con la luna y las estrellas.






Los más poderosos se hacían acompañar en su tumba por la momia de  su gato favorito. Museo del Louvre París. Sección de egiptología.



En esta misma época el gato pasó a ser un miembro más de la familia egipcia, cuya vida compartía, tal como demuestran las pinturas que lo representan en escenas domésticas. Fue una época de esplendor para el gato.






Tumba de NAKHT, de la XVIII Dinastía. El gato de la familia, está debajo de la silla del dueño de la casa, llamado NAKHT.



Matar un gato era un crimen que se castigaba con la muerte. Al morir, el gato era embalsamado, momificado y enterrado en la misma tumba que su amo. En una antigua ciudad se han encontrado los restos de 300.000 gatos momificados.






                           Sarcófago con la momia de la gatita MYT.




DE EGIPTO AL RESTO DEL MUNDO




Todo hace pensar que los griegos fueron los primeros que apreciaron la habilidad del gato para cazar ratones. Puesto que los egipcios no permitían la exportación de gatos sagrados, los griegos importaron fraudulentamente algunas parejas de estos animales, que probablemente fueron las que dieron origen a los gatos que posteriormente fueron vendidos a los etruscos, los romanos, los galos y los celtas.






                 Gato moderno, en las ruinas del Partenón. Grecia.



La presencia de gatos en la civilización etrusca está demostrada por varias vasijas pintadas que lo representan en situaciones domésticas, jugando con las personas. Son las primeras imágenes halladas en el continente europeo en las que el gato está representado como animal de compañía.







Tumba etrusca perteneciente a un príncipe, del séptimo siglo antes de nuestra era, descubierta recientemente a 17 Km. de Roma, y que representa varios animales: leones, gatos, pájaros…



En el arte griego y romano también hay representaciones de gatos en jarrones, piezas de mármol, monedas y esculturas. La literatura de estas civilizaciones se refiere a menudo a los gatos como animales de compañía, aunque el motivo principal por el cual eran apreciados eran sus cualidades para cazar roedores.






Mosaicos y esculturas de arte romano, pertenecientes al yacimiento de POMPEYA.



En aquella misma época, en Asia y en India también había gatos domésticos, como demuestran los antiguos escritos sánscritos anteriores a la era cristiana. Incluso en China se dice que a Confucio le gustaban los gatos.






                             Templo de Confucio en NANJING.




En el mundo islámico se dice que Mahoma sentía tanto afecto y respeto por la gata MUEZZA, que prefirió cortar una orla de su vestido, sobre el cual el animal dormía profundamente, antes que turbar su sueño.







Se han encontrado gatos domésticos en el norte de África, en Asia y en la mayor parte de Europa. Se supone que las invasiones militares (de persas, griegos y romanos) y los viajes por mar de mercaderes, aventureros y colonizadores contribuyeron a la difusión de los gatos por todo el mundo conocido.





Gatos con propulsores usados como arma incendiaria en la Edad Media. También eran lanzados mediante catapultas a las torres enemigas. Del mismo modo lanzaban cadáveres humanos en descomposición para que las plagas acabaran con el enemigo. 


En la Edad Media, la Iglesia cristiana convirtió al gato en un símbolo pagano y de las fuerzas ocultas y demoníacas. El exterminio de este animal causó la proliferación de ratas y ratones, que contribuyeron a difundir la peste en toda Europa.





Cuadro "El Akelarre", de Arthur Rackham (1867-1939) United Kingdom




A principios del siglo XV los gatos estaban prácticamente extinguidos, y su recuperación no empezó hasta que cesó la caza de brujas y estos animales perdieron la consideración de "criaturas demoniacas".





      
                                             MIW!!




FUENTE: "EL LENGUAJE DEL GATO"; Conocerlo, entenderlo, interpretarlo.


AUTOR: NICOLETTA MAGNO.

© Editorial De Vecchi, S.A.U. 2004, Barcelona.











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