viernes, 10 de abril de 2015



INSISTO: ME CHIFLAN LOS GATOS.


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Los egipcios fueron un pueblo amante de los gatos; aparecen representados en multitud de contextos, es decir, como animales de compañía o como deidades. En Egipto podemos distinguir dos tipos: el Felis chaus o gato de los pantanos y el Felis (silvestris) lybica o gato salvaje africano. Rl Felis chas es algo más grande que el Felis (silvestris) lybica, de constitución robusta, patas largas y cola más bien corta. Tienen las orejas coronadas con largos pelos negros en los extremos. Este fue el Gran Gato de Heliópolis. El Felis (silvestris) lybica es de menor tamaño, con una constitución y características similares al gato doméstico europeo y cola proporcionalmente larga, aunque algo más corta que el gato casero. Fue el que sirvió para representar a las diosas Hathor, Mut. Sejmet, Bastet…, y el predecesor de los gatos mansos del Antiguo Egipto.



Estatua de SEJMET descubierta en el Templo de la Diosa NUT, a 700 km al sur de El Cairo. Enero de 2.013.



El gato, en general, era, como el león, un símbolo solar; pero además, era un protector del hogar ya que su naturaleza y sus costumbres le hacen ser un eficaz cazador de ratones y serpientes.


El hecho de que los egipcios le adoraran pudo ser consecuencia de que este felino, especialmente el salvaje, tiene un carácter particularmente agresivo, es rápido y un excelente cazador. Por otro lado, ataca a las serpientes, a los ratones y a otros animales que para los egipcios constituían un peligro; además el gato es prolífico ya que puede tener dos camadas en el año de las que nacen en cada una de dos a cinco gatitos. De este modo, el gato salvaje se domesticó y llegó a ser una mascota querida y apreciada a juzgar por las representaciones en las tumbas del Reino Nuevo donde se encuentran junto a sus amos.





                    Estatua de Sejmet, en el Museo de Indianápolis.


El gato se encuentra desde momentos muy tempranos ya que, de hecho, se ha hallado un enterramiento del Periodo Predinástico en Mostagedda (Malek 1993) que incluye un ejemplar de este animal junto al cuerpo del difunto. No obstante, aunque hay indicios, todavía no se puede asegurar categóricamente que esta especie estuviera domesticada en fecha tan temprana. Más tarde aparece en las mastabas del Reino Antiguo y en un relieve (encontrado fuera de contexto) que pudo pertenecer al templo de culto del rey Pepi II, en las cercanías de la pirámide del rey Amenenmhat I de la Dinastía XII, en la ciudad de Lish, y como gato doméstico en la tumba de Baket III en Beni Hasan (Dinastía XI). Pero realmente es a partir de Thutmose III cuando el gato aparece con más frecuencia acompañando a sus amos en las representaciones funerarias (Malek 1993), lo que muestra el cariño que éstos tuvieron hacia sus animales de compañía. Del mismo modo, se han hallado pequeños sarcófagos con gatos momificados que fueron enterrados en las tumbas de sus dueños, así como estelas, papiros, etc., donde figura tanto el Gran Gato de Heliópolis junto a la persea, como la gata maternal.





              Momias de gato, halladas en la necrópolis de Beni Hasan.




Precisamente, en las escenas de las tumbas donde el felino se encuentra junto a la pareja dueña del enterramiento, el gato suele estar situado bajo la silla de la mujer y esto se ha interpretado como una forma de enfatizar la feminidad, la sexualidad y las eficaces cualidades del ama de casa. En este caso, el gato estaría asociado a un aspecto de la diosa Hathor y ésta, a su vez, con las mujeres.


Otro tipo de momias de gatos son aquellas que se encontraron en necrópolis exclusivas de felinos. Éstas estaban encomendadas a ciertas deidades (generalmente leonas) que eran el aspecto agresivo que podía tomar este animal. Así podríamos citar los cementerios donde se inhumaron felinos como ofrendas a (o hipóstasis de) diosas tales como Pajet, Sejmet o Mut, pero también, a partir del Tercer Periodo Intermedio, de la gata Bastet.



           
                                    Sarcófagos para momias de gato.


En época tardía la gata se nos muestra de forma conmovedora bajo la apariencia de la diosa Bastet. Aparece tumbada amamantando a su camada o cuidándola amorosamente mientras los gatitos se sitúan a sus pies. Sin embargo, cuando  el gato se encolerizaba, todos los aspectos maternales desaparecían y se convertía en una diosa sin piedad, es decir, podía tomar la personalidad de una fiera leona (Hathor-Sejmet) que eliminaba sin compasión a sus adversarios.





Estatuilla zoomorfa, típica de la época saita. Este gato lleva un sobrio collar alrededor del cuello y señales de haber usado pendientes. Atestigua la gran devoción que sentían los antiguos egipcios por los gatos.




En su aspecto masculino, el gato fue el defensor del Sol, y lo encontramos citado como El Gran Gato de Heliópolis. Se encuentra al pie de una persea (o árbol ished) armado con un cuchillo y aniquilando a la serpiente Apofis, serpiente que cada día intenta interrumpir el periplo solar.


Estatua de Bastet con el sistro. En su mano izquierda sostiene un gatito y tiene varios más a sus pies. Museo del Louvre (París).


La relación entre el gato y el árbol ished se recoge desde momentos muy tempranos ya que lo encontramos en los Textos de los Sarcófagos 335 (parte I) y 335b (parte I) datables en el Reino Medio. Aquí se explica con precisión que el Gran Gato no es otro que Ra y que el felino tomó este nombre cuando el dios Sia  -deidad relacionada con la percepción, la inteligencia y el entendimiento-  lo nombró, actuando como el aspecto defensor del dios solar.


El Libro de los Muertos también hace referencia al mismo y aclara la relación entre el gato y la persea. En el Capítulo 17 del Libro de los Muertos se dice:





Estatuas de Bastet. Sala Egipcia del Museo del Louvre (París)





[…] Yo soy el gato cerca del cual se abrió el árbol-ished en Heliópolis la noche en que fueron destrozados los enemigos del Señor del Universo […].









FUENTE: EGIPTO (SIGNOS Y SÍMBOLOS DE LO SAGRADO)

AUTORA: Elisa Castel, es Miembro Fundador de la Asociación Española de Egiptología. Miembro de la Asociación Internacional de Egiptólogos, de la Asociación Española de Orientalistas y de la Egypt Exploration Society. Diplomada en Cursos de Egiptología por la Agregaduría Cultural de la Embajada de Egipto en España, la AEO y la AEDE. Asistente a los cursos impartidos por el Museo Arqueológico Nacional, la Universidad Complutense y la Universidad Autónoma de Madrid… etc.

Colección: EL LEGADO DE LA HISTORIA Nº 20

© Elisa Castel Ronda, 1999
© Alderabán Ediciones, S.L., 1999















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