miércoles, 30 de abril de 2014



EL PERRO CANTOR DE NUEVA GUINEA







Los perros asilvestrados son perros domesticados que se han vuelto salvajes. Pueden encontrarse recorriendo cualquier autopista, deambulando por las calles de noche o viviendo en algún bosque y buscando comida en algún basurero. Lo que todos tienen en común es que no tienen una familia humana. Al igual que los primeros protoperros, siguen dependiendo de buscar comida cerca de los asentamientos humanos. Pero al contrario que los protoperros, los perros asilvestrados descienden de los perros mascota que han sido abandonados por su familia humana, por lo que llevan los genes de perros que han sido criados intencionadamente por humanos.






Las dos excepciones son los dingos de Australia y los perros cantores de Nueva Guinea. Ambos pueden socializarse como un perro doméstico, su aspecto físico se parece mucho al de los perros y genéticamente están emparentados estrechamente con las razas asiáticas. Sin embargo, estos perros posiblemente se volvieron salvajes hace 5.000 años y viven en ambientes en los que no hay lobos; los investigadores sospechan que ninguno de los dos fueron criados intencionadamente por humanos.





Por tanto, los dingos y los perros cantores de Nueva Guinea son posiblemente los representantes modernos más cercanos de los protoperros. Si los protoperros se domesticaron a sí mismos, los dingos y los perros cantores de Nueva Guinea deberían ser muy capaces de interpretar los gestos humanos.





Por conveniencia propia, decidí pasar las pruebas a los perros cantores de Nueva Guinea. No tenía que viajar a un lugar tan lejano como Nueva Guinea, puesto que junto al Rogue River, en Eugene, Oregón, Janice Koler-Matznick dirige la New Guinea Singing Dog Conservation Society [Asociación para la conservación de los perros cantores de Nueva Guinea]. Allí se dedica a cuidar a una población de perros cantores de Nueva Guinea. 




Estos perros son endémicos de las montañas alpinas de Nueva Guinea, donde llegan a encontrarse hasta los 4.570 metros de altura, lo que es más de 300 metros que cualquiera de los picos más altos de las Montañas Rocosas. Representan la única especie de cánidos, junto al lobo etíope, capaz de vivir a tanta altura. Se parecen asombrosamente a los félidos, pues pueden escalar a los árboles en busca de presas que a veces les roban a las águilas harpías.




También son la especie más sexual de todos los cánidos [se masturban de forma regular y suelen morderse los genitales unos a otros, como una forma de juego pero también agresivamente]. Durante la cópula las hembras emiten un gemido agudo que dura tres minutos cada vez y que tiene un efecto excitador no solo en otros perros cantores sino también en todos los perros domésticos que se encuentren a una distancia audible. Son además uno de los perros más raros del mundo.





Cuando mi colega Victoria Wobber y yo llegamos, nos saludó el escalofriante sonido de los perros cantando. Cada perro es capaz de cantar una nota diferente y de mantenerla hasta cinco segundos antes de volver a empezar, creando así un coro que se ha descrito como algo intermedio entre un aullido de lobos y un canto de ballena.





Cuando nos vieron acercarnos, hicieron un extraño giro de cabeza [una conducta única de los perros cantores de Nueva Guinea, en la que giran rápidamente la cabeza de lado a lado y a veces hacen un círculo completo]. Estaban fascinados con nosotros aunque al principio mostraron cierta reticencia. Después de uno o dos días, fueron ablandándose y nos permitieron enseñarles los aspectos básicos de la prueba. A continuación, escondimos como siempre la comida en una de las dos tazas e intentamos comunicarles en cuál podrían encontrarla.




Evaluamos su habilidad para interpretar tres tipos de gestos: señalar y mirar, colocar un bloque y colocar un bloque mientras los perros tenían los ojos tapados. Los perros cantores de Nueva Guinea acertaron en las tres pruebas en todos los ensayos. Tenían una gran capacidad para interpretar nuestros gestos, aunque ningún humano los había criado y seleccionado con esta intención. Recientemente, se ha descubierto que los dingos tienen capacidades similares.





Estos medio protoperros salvajes parecen demostrar que la capacidad de interpretar gestos humanos apareció pronto en la domesticación y no necesitó de la intervención humana. Nuestros resultados también apoyaron la idea de que los protoperros se domesticaron a sí mismos. Era la última pieza del rompecabezas. Los humanos no crearon a los perros; solo los "tuneamos" en la siguiente etapa del camino.










FUENTE: "GENIOS" (Los perros son más inteligentes de lo que pensamos)

AUTORES: Brian Hare & Vanessa Woods.
Brian Hare es profesor de Antropología Evolutiva en la Universidad de Duke y ha creado el Duke Canine Cognition Center [Centro de cognición canina de Duke], para investigar el ingenio de los perros.

Vanessa Woods investiga en el mismo centro y es periodista y autora del libro Bonobo Handshake.

Para encontrar más información y descubrir el ingenio que hay en su perro mediante un método de evaluación online, entre en:

www.dognition.com

© 2013 Brian Hare and Vanessa Woods
© 2013 versión en castellano de Ateles Editores, S.L., y 
Kns ediciones S.C.

© Ateles Editores, S.L., Alcobendas, Madrid
© Kns ediciones S.C. Santiago de Compostela







lunes, 28 de abril de 2014



UNA MUERTE ANUNCIADA 





María, quería un  gato y lo compró. Tenía un trabajo entre Madrid y Bilbao, y algunas veces llevaba a Fifí a Madrid. Pronto se dio cuenta de que la gata ya no le parecía tan mona como al principio; ya no era un capricho: era un incordio.  No sabía como deshacerse de la gata; María era tan “buena” que no quería abandonarla, por eso contactó con Virtudes, una “animalista” que recoge gatos callejeros, alguno sin esterilizar y otros con el VIH, algunos se han contagiado mutuamente y se han muerto varios. Esta persona le dijo a María que ella se hacía cargo de Fifí.





 Entró la gata en casa de Virtudes y lo primero que hizo fue esconderse y no salir en varios días. Cuando al fin se la vio se le había caído todo el pelo y maullaba con angustia. La llevó a una amiga veterinaria. De esa guisa,  la sujetaron a lo bruto la veterinaria, su ayudanta y Virtudes. El estrés que tenía en casa se multiplicó en la consulta veterinaria, así que a Fifí le dio una parada cardíaca y la eutanasiaron.






 María, que a estas alturas estaba embaraza, se alegró de la muerte de Fifí. Se terminó el problema, aunque mucho me temo que vuelva a comprar otro gato, después de tener al niño, claro. Los animales llamados mascotas, no tienen ningún valor para las personas, no cuesta nada hacerse con uno, los hay a cientos, en criaderos y refugios. Mientras no se obligue a esterilizar a los animales, cada animal será padre y madre y sus hijos serán abandonados, uno por uno, luego contarán que uno se murió, el otro se lo regalaron a una vecina muy buena, aquél otro se escapó…. 






La animalista sigue recogiendo gatos callejeros y entre el poco “tacto” y la ignorancia de su veterinaria, de la ayudanta  y de ella misma, algunos animales pasarán a mejor vida. Esta situación, se me asemeja a una gran cadena de montaje del sufrimiento animal a nivel social. Y seguimos perpetuándola. ¿Hasta cuándo?





                  La desventurada FIFÍ, días antes de ser eutanasiada






Nani Zubero







domingo, 27 de abril de 2014



UNA NOCHE DE VERANO EN LA PUERTA DE LA CALLE





Mosquitos

Imaginemos un animado acceso a casa, esa del pueblo, en una noche de verano: las bisagras chirrían, los grillos cantan en el campo, el viento susurra dulcemente. Poco a poco empezamos a ser conscientes de una sensación vagamente molesta. Al principio, el agudo zumbido suena justo en nuestra oreja. Este sonido nos produce irritación, como el arañar una pizarra con una uña. Para el mosquito macho, sin embargo, es un hermoso sonido: el zumbido de un  mosquito hembra en busca de una cena de sangre.






Los mosquitos macho escuchan y obedecen la seductora llamada de la hembra, dirigiéndose hacia la fuente de sonido. "De hecho, incluso una persona puede atraer a los machos con un diapasón de la frecuencia apropiada", señala Marc J. Klowden, de la Universidad de Idaho, un especialista en la conducta de los mosquitos. Como el sonido proviene de los movimientos del ala de la hembra [los mosquitos no pueden variar la frecuencia del batido de sus alas], su tono se eleva al aumentar la temperatura del aire. 






Los machos no detectan el sonido con los oídos sino mediante sus antenas, que únicamente vibran en resonancia con la frecuencia particular emitida por la hembra. Señala Klowden:


La antena del macho está construida como un minúsculo árbol aposentado sobre una diminuta palanca de mando; las ramas captan las vibraciones y hacen que la palanca subyacente se mueva. El movimiento de la "palanca", llamada órgano de Johnston, es traducido en impulsos nerviosos por los receptores sensoriales.






El impulso envía una señal al cerebro del mosquito macho, el cual interpreta dicha sensación como si fuera un sonido.


Por fortuna para los mosquitos, el nivel de resonancia de las antenas del macho varía al unísono con la temperatura, por lo que se mantienen sintonizadas al tono de la hembra de su especie.






Al establecerse una relación mecánica entre la señal de la hembra y la respuesta del macho, esta comunicación sexual consigue su propósito de una forma admirable, produciendo una gran cantidad de mosquitos, muchos más de los que nos gustaría a nosotros.





Fósil de mosquito repleto de sangre, de hace 46 millones de años.






FUENTE: "El lenguaje de los animales". Prólogo de Frans de Waal, insigne etólogo y primatólogo.

AUTOR: Stephen Hart, biólogo.

© 1996 Robert Ubell Associates, Inc. All right reserved
© de la traducción: 1997 Ediciones Omega, S.A.
© Alianza Editorial, S.A., Madrid, 2013







sábado, 26 de abril de 2014



EL GATO QUE TENÍA MAL GENIO







AGRESIÓN f. Ataque brutal que atenta contra la integridad física y psíquica de un individuo.


* SITUACIÓN TÍPICA: encerrado en un pequeño piso, sin actividad, alimentado una sola vez al día, el gato es acosado por los niños.

* LO QUE PIENSA EL GATO: "En estas condiciones, no hay quien se mantenga calmado".






LA EXPLICACIÓN DEL VETERINARIO

En los animales, la agresión es un aspecto normal de su comportamiento. Con garras y colmillos, el gato es un luchador sin par. Sus agresiones son temibles, pero raras. Se presentan solo cuando otras estrategias han fallado. La agresión clásica se desarrolla en tres fases: la amenaza, la mordedura y los arañazos, y la suspensión de hostilidades después de que uno de los combatientes huye.






 A diferencia de lo que sucede con el perro, el gato no dispone de una postura de sumisión capaz de inhibir la agresividad de su adversario. Cuando se echa sobre el lomo es para atacar mejor. Las malas condiciones de crianza (separación precoz de la madre, falta de socialización, ausencia de control de los arañazos y la mordedura) y las condiciones insatisfactorias de vida (sobrepoblación, falta de espacio, ausencia de actividad, etc.) favorecen la aparición de conductas agresivas en el gato.





Para que el gato (y cualquier animal) sepa comportarse, tiene que estar con la madre hasta cierta edad. En los gatitos, la edad idónea son los dos meses y medio. La madre le enseña a socializarse, a medir sus mordiscos y arañazos. Si un gatito es separado de la madre prematuramente, será un animal histérico, inseguro, miedoso y enfermo.


APACIGUAMIENTO DE LA AGRESIVIDAD m. Actitud ritualizada para intentar evitar el ataque de un adversario.


*SITUACIÓN TÍPICA: el gato se encoge, se queda inmóvil y agacha la cabeza frente a un congénere agresivo.


*LO QUE PIENSA EL GATO: "Cálmate".





LA EXPLICACIÓN DEL VETERINARIO


Durante los juegos con su madre y sus congéneres, el gatito aprende los rituales de comunicación propios de su especie, que facilitan las relaciones entre individuos, evitan confusiones y limitan los conflictos. Frente a un adversario que avanza hacia él, con el pelo erizado, la cola como un plumero y rechinando los dientes, el gato agredido tiene varias opciones: huir, contraatacar o tratar de apaciguar al oponente y evitar así la pelea. En el último caso se encoge, guarda sus armas (colmillos y uñas) y baja la mirada. Por desgracia, esta técnica no siempre tiene éxito. En efecto, a diferencia del perro, el gato no posee el ritual de sumisión que le permita detener el ataque de un adversario. Por lo tanto, el agredido siempre debe estar dispuesto a repeler el ataque o a huir.







Los gatitos separados precozmente de su madre a menudo presentan lagunas en materia de rituales. Ya adultos, pueden tener problemas para comunicarse con sus congéneres y por ello más riesgo de verse en conflictos.




Gato de la izquierda preparado para atacar: orejas hacia atrás, enseña sus colmillos y bufa o grita.  Gato de la derecha: aunque tiene los ojos cerrados, para no mirar a los ojos a su atacante, está en estado de alerta, por el estado de sus orejas y tratando de que el ataque no se produzca.









FUENTE: "MINI DICCIONARIO BILINGÜE, ESPAÑOL/GATO
GATO/ESPAÑOL"

TEXTOS: DOCTOR JEAN CUVELIER

© 2008 Larousse
© 2011 Larousse editorial, S.L., Barcelona
 VOX (y su logotipo) es marca registrada de Larousse Editorial
















viernes, 25 de abril de 2014



EL GATO QUE MARCABA SU FRONTERA


Las heces





En las encuestas a los dueños de gatos una de sus principales virtudes como mascotas es que "son muy limpios". Gracias a su instinto, se preocupan de ocultar sus deposiciones con arena, tierra u hojarasca desde muy pequeños. Por tanto, uno de los problemas de convivencia que surgen con los humanos con los que habitan es la deposición de heces en lugares que no sean su bandeja.





Si la bandeja del gato no se limpia todos los días de dos a tres veces, el gato se negará a utilizarla, haciendo sus necesidades (líquidas y sólidas) fuera de la caja higiénica. En cualquier lugar de la casa que esté lo suficientemente limpio.


Muchas especies de carnívoros utilizan las heces y las secreciones glandulares que las acompañan como vehículo de información, de forma que cuando defecan las propias heces presionan al salir las glándulas anales impregnándose de estas secreciones. El dónde y cómo depositar los excrementos es una cuestión similar a los marcajes urinarios. 





El gato, después de defecar tapa las heces, para que no desprendan olor y por tanto no delatar su presencia, ante posibles competidores o depredadores.


En estudios de campo realizados con felinos silvestres, como el lince de Canadá o el gato montés europeo, se ha comprobado que existen dos maneras diferentes: una de ellas, la típica de los gatos caseros, es cubriendo cuidadosamente las heces. Esta forma más "higiénica" la realizan dentro de su territorio, en su área de eliminación, o lugar destinado a depositar sus heces. 





La otra manera consiste en depositar las heces en lugares prominentes y sin tapar, al estilo de la mayoría de los carnívoros, en el punto en que mejor se vean. Esta modalidad la realizan principalmente en las zonas de paso, en las "fronteras". Al igual que las marcas de orina, están informando a los visitantes sobre quién ha pasado por allí. En el caso de los gatos domésticos, aunque haya diferencias de opinión según los diversos autores, el hecho de defecar fuera de sus lugares habituales indica un estrés y, por tanto, una "necesidad" de asegurar un territorio que está en peligro.





Cuando encontremos las heces y/o la orina del gato en medio del salón, en puertas de acceso a habitaciones o incluso encima de la cama, estaremos encontrando una nota que significa: ¡"Estoy aquí y este sitio es mío!". Suele ocurrir cuando hay más de un gato en casa, o aunque tengamos uno sólo, que esté sin esterilizar.





El hecho de que los gatos entierren sus heces no se debe a motivos higiénicos, aunque a nosotros nos guste pensar que son muy limpios. En colonias de gatos en las cuales no hay jerarquías, pero sí individuos dominantes, una de las funciones de tapar sus excrementos es minimizar la probabilidad de que su información olfativa sea detectada por otros gatos. Es una forma de supeditarse, de "no provocar". Cuando nuestro gato tapa sus heces está, a su manera, supeditándose a nosotros, reconociéndonos como dominantes.





FUENTE: "EL LENGUAJE DE LOS GATOS" (Cómo se comunican entre ellos y con nosotros)

AUTOR: Santiago G. Caraballo, es licenciado en veterinaria por la Universidad Complutense de Madrid (1980). En 1995 abre la primera clínica veterinaria en Madrid especializada en medicina felina. Clínica Veterinaria Gattos (www.gattos.net). Ha sido colaborador en el suplemento dominical del diario EL PAIS (columna "Animales"), y en programas de radio sobre animales domésticos (como "Ládrame mucho"). Su estudio inédito El mastín español, historia de un compañero, recibió el premio de investigación convocado por la Real Sociedad Canina, en el que analiza el origen de los perros, la evolución de esta raza su utilidad y psicología.

© Santiago García Caraballo, 2003
© De esta edición: ATELES EDITORES, S.L., ALCOBENDAS, MADRID 


jueves, 24 de abril de 2014



EL PERRO AL QUE SE LE DABA MAL SER UNA PERSONA




No soy más que un perro, y vivo una vida muy sencilla. Se me da muy bien ser un perro, es probablemente mi mayor virtud. Sin embargo, se me da muy mal ser una persona, pero así es como muchos humanos creen que tendría que comportarme. Por este motivo, casi la totalidad de los perros son abandonados. Sus humanos no entienden el comportamiento animal, no tienen paciencia para enseñarles, ni saben cómo hacerlo. Resultado: EL ABANDONO.





El antropoformismo: los perros como personas


Para la mayoría de los métodos de adiestramiento, el antropomorfismo es un pecado capital; y así es, en cierta medida. Los perros nunca serán "personas con un abrigo de pelo", y no siempre resulta beneficioso aplicarles nuestras características humanas. Sin embargo, ambas especies sí tienen en común unas necesidades básicas: todos los animales necesitan alimentarse; todos necesitan sentirse a salvo y seguros; todos tienen el deseo de procrear; todos protegen a sus crías hasta la muerte; todos han evolucionado de la forma más adecuada para vivir cómodamente en el entorno que han elegido; todos luchan con cualquier medio a su disposición para sobrevivir… y todos necesitan relajarse y divertirse.




Los niños pequeños manifiestan a la perfección esos rasgos comunes.  Ni los perros ni los niños pequeños tienen el mínimo concepto de lo que es justo o injusto, del bien y del mal, de lo amable y lo cruel, de lo honesto o deshonesto: se limitan a hacer lo necesario para sobrevivir.





En el caso de los niños, lo comprendemos, y les animamos y les enseñamos con mucha delicadeza teniendo en cuenta su edad. No les ladramos órdenes, ni les castigamos por no comprender; les mostramos con ejemplos cómo queremos que se comporten, dónde están los límites, lo que tienen que hacer para encajar y prosperar en su mundo, hasta que llegan a una edad en que son capaces de comprender lo que se espera de ellos y empiezan a tomar por sí mismos las decisiones más adecuadas.




Entonces, como les hemos demostrado que pueden fiarse de nosotros a la hora de tomar buenas decisiones, de forma natural recurrirán a sus progenitores como fuente de seguridad y de aprendizaje siempre que no sepan con seguridad  lo que tienen que hacer.





Los niños tienen la ventaja, en primer lugar, de ser personas; en segundo lugar, tienen la capacidad de comprender la palabra hablada de una forma que los perros nunca tendrán; y en tercer lugar, tienen un cerebro mucho más complejo que es capaz de razonar, de comprender actos pasados, presentes o futuros, de tener la posibilidad de realizarlos y las probables consecuencias de sus conductas. Más o menos a la edad de tres años, los niños ya son capaces de empezar a comprender lo que se espera de ellos en términos de conducta.






Los perros no pueden desarrollar su entendimiento de esa forma, de modo que necesitamos adaptar específicamente para ellos nuestra forma de adiestrarlos y criarlos. Son una especie diferente que vive en un mundo ajeno; son incapaces de comprender por qué les transmitimos señales que a menudo son diametralmente opuestas a las que están integradas en los circuitos de su mente canina. No son capaces de entender más que unas pocas palabras de nuestro lenguaje, así que, exactamente igual que los niños pequeños, los perros necesitan a un  humano que sepa lo que hay que hacer para que ellos se sientan a salvo y seguros.





Puede que las personas y los perros reaccionen de diferente forma a distintos enfoques, pero sus necesidades son parecidas. Dedicamos tiempo y esfuerzos a averiguar lo que funciona mejor con nuestros hijos, de modo que hay que hacer lo mismo con nuestro perro.






Los perros son increíblemente adaptables; habitualmente, siempre se las apañan de alguna manera para encajar en un mundo que para ellos no tiene demasiado sentido [¡siempre y cuando vivan con humanos amables, 
aunque sean ignorantes!]. Los perros que tienen mala suerte ni siquiera reciben ese tipo de ayuda; les pegan porque hacen algo mal, les gritan porque no comprenden. La mayoría de las veces, la atención se centra en castigarles por no hacer lo que desea el humano, pero nunca se les muestra de una forma amable y paciente lo que el humano espera de ellos. A menudo suelen acabar siendo perros agresivos, retraídos, o simplemente tienen un caos emocional. Exactamente igual le ocurre a un niño o niña que ha sido maltratado.





En un entorno natural o "salvaje", los perros han evolucionado excelentemente para sobrevivir. Poseen un conjunto de normas que rigen sus vidas, en su mayoría no verbales, y utilizan un lenguaje corporal que todos entienden perfectamente. Han desarrollado una forma de hacer las cosas que les permite existir perfectamente en su entorno físico.







FUENTE: "¡¡¡MI PERRO NO ME ENTIENDE!!! (Una guía fácil para comprender y corregir el comportamiento de su perro)

AUTORA: CAROLINE SPENCER, famosa adiestradora británica de perros con más de veinticinco años de experiencia, nos enseña como poner en práctica un método para corregir la conducta indeseable de nuestro perro.

© Caroline Spencer 2013
© de la traducción: Alejandro Pradera Sánchez, 2013
© Alianza Editorial, S.A., Madrid















lunes, 21 de abril de 2014



UNOS INSECTOS MUY ROCKEROS


Moscas de las piedras





Si los saltamontes tuvieran que representar al mundo de los insectos en las competiciones musicales, las moscas de la piedra (orden Plecóptera) tocarían la batería en las bandas de rock insectívoras.





Los miembros de los órdenes de los saltamontes y escarabajos tamborilean, y las hormigas y otros insectos se comunican mediante vibraciones del sustrato, pero ningún artrópodo se acerca al cadencioso virtuosismo de las moscas de las piedras.






A diferencia de lo que ocurre en los grillos y saltamontes, los plecópteros macho buscan activamente a su pareja. El macho de una especie realiza el primer movimiento, un breve crescendo de golpecitos sordos: 
"ba da da Da DA DA DA dum". La hembra responde con un comparativamente suave "ba da da da da dum". Otra especie desfila al compas de un ritmo de tambor diferente; "ta TA TA TA TA", y la hembra responde con un: "ta-ta-tata-ta" ligeramente más espaciado.





                                     Ninfa de Mosca de la Piedra



Algunas especies se limitan a repetir este modelo compuesto por dos partes. Otras utilizan un modelo de tres partes -el macho llama, la hembra responde y el macho confirma-, y algunas emiten unos patrones de llamada y respuesta incluso más complejos.






Los especialistas en plecópteros han estudiado cerca de 150 especies, cada una con un patrón particular. Como carecen de baquetas, las moscas de las piedras utilizan el abdomen para golpear o frotar el suelo, o simplemente agitan sus cuerpos para hacer vibrar el sustrato. Algunas especies poseen unos apéndices abdominales especiales para tamborilear.




                                        Libro exquisito de Mr Dickens



Existen varios factores que contribuyen a la especificidad del sonido, entre ellos, el número de golpes, la forma del golpe -es decir, cuán agudo es el sonido-, el intervalo entre los golpeteos y la regularidad del ritmo. Algunas especies tienen un ritmo de 2 golpes por segundo, y otras, de más de 20 golpes por segundo. El ritmo parece surgir, como en los grillos, de unas conexiones del sistema nervioso genéticamente determinadas.





Un programa de ordenador que genere "solos de tambor" atrae la atención de la hembra, pero sólo si se asemeja bastante al ritmo propio de la especie. Si el programa varía demasiado, la hembra lo ignora.  Miembros de una misma especie de plecópteros que viven en Alaska y Colorado generan y reconocen un ritmo ligeramente diferente. La existencia de dialectos en estas dos poblaciones sugiere que deben estar en un proceso evolutivo de separación en dos especies diferentes.





En las pruebas de laboratorio, los machos y las hembras pueden conversar en un espacio de casi ocho metros lleno de barras de madera y a través de diferentes ramitas de la misma rama principal. Cuando los investigadores ofrecen a los dos plecópteros parches del tambor separados -por ejemplo, una jaula de papel en el laboratorio y una hoja o corteza secas en la naturaleza-, machos y hembras sólo se pueden comunicar unos dos metros. En una superficie rocosa sólida, sin parches, no se puede comunicar en absoluto.





                                        Crianza de insectos fitófagos



Sólo las hembras vírgenes responden al tamborileo de los machos. Una vez iniciada la comunicación, la pareja la mantiene hasta que el macho encuentra a su compañera. Cuanto más vigoroso es un dúo, más rápidamente encuentra el macho a la hembra y también más rápidamente se pueden aparear.





La búsqueda típica de un macho en la arena de un anfiteatro artificial construido en el laboratorio es la  siguiente: el macho camina sin rumbo fijo, llamando de forma ocasional hasta que escucha una respuesta "insinuante" y empieza el dúo. Camina una corta distancia hacia su izquierda y llama de nuevo. Toma nota de la dirección de la respuesta y se gira bruscamente hacia la derecha, emitiendo una nueva llamada, al tiempo que se encamina en la dirección que él cree que debe seguir. Tras unos pocos giros, finalmente encuentra a la hembra.






No se ha estudiado la búsqueda de las moscas de las piedras en la naturaleza, donde una "arena" típica estaría formada por las muchas ramitas de un árbol muy ramificado. Los investigadores piensan que los machos deben tener alguna especie de mecanismo de triangulación innato para localizar a la hembra, y que ella pueda evaluar su eficacia biológica como pareja calculando el tiempo que le lleva encontrarla. Para facilitar la búsqueda, la hembra no se mueve de su posición mientras está comunicando, pero puede desplazarse después de un tiempo para evitar a los machos lentos -y a las arañas que escuchan sus conversaciones-. Si la búsqueda del macho tiene éxito, la pareja se aparea de inmediato.






Una buena comunicación presumiblemente proporciona una mejor oportunidad para aparearse y poder poner los huevos antes de que un depredador encuentre a la pareja; después de todo, el objetivo fundamental del organismo consiste en pasar sus genes a la siguiente generación, sin importar el tipo de comunicación que se haya utilizado.






La mosca como símbolo del valor indomable, insistencia y tenacidad frente al conflicto, era el mayor galardón militar en la cultura egipcia antigua.






FUENTE: "EL LENGUAJE DE LOS ANIMALES"

AUTOR: Stephen Hart. Prólogo de Frans de Waal, prestigioso etólogo.

© 1996 Robert Ubell Associates, Inc. All right reserved
© de la traducción: 1997 Ediciones Omega, S.A.
© Alianza Editorial, S.A., Madrid, 2013