lunes, 14 de noviembre de 2016




EL GATO Y LA MÚSICA:  MÁS QUE UN SIMPLE SONIDO PARA ÉL.


SANTIAGO GARCÍA CARABALLO
VETERINARIO



A nosotros, como primates que somos, los “lenguajes” que mejor nos llegan son, básicamente, el visual y el auditivo. Esto significa que nuestro medio favorito o principal de comunicación es a través de las miradas y de los sonidos. Tendemos a pensar por etnocentrismo que en el resto de los animales también es así, pero el caso de los gatos es especial.







Los gatos, animales por instinto y evolución de carácter solitario, tienden a evitarse porque el encuentro, la mayoría de las veces, suele acabar en peleas en las que incluso el vencedor puede resultar herido debido a sus “armas” (garras y colmillos), unidas a su rapidez de reflejos. Entonces, ¿cómo se comunican los gatos?






Como su lenguaje favorito es el olfativo, para comunicarse gustan de dejar señales olorosas de forma que los recién llegados captan “quién” ha estado allí antes sin necesidad de verse.


Otro de los lenguajes que utiliza el gato es el sonoro. Los gatos también emiten sonidos y por supuesto, los perciben. Un universo sonoro en el que hay todo un mundo de mensajes.






LOS SONIDOS DE LOS GATOS Y UN POCO DE MUSICOLOGÍA


Los expertos consideran o categorizan doce sonidos diferentes en los gatos, desde el suave ronroneo infantil hasta los bufidos y gruñidos de los adultos en conflicto. Cada uno de ellos se contempla según su duración y sobre todo, según su frecuencia, entendiendo como tal la intensidad del sonido medida en hercios, donde un hercio (Hz) es un ciclo por segundo.





Este gato ciego se llama Stevie Wonder y le apasiona tocar el piano. Sus cuidadores creen que este gato de 6 años de edad, que fue encontrado abandonado en un jardín, toca las teclas del piano y el sonido le ayuda a conectar con el mundo.








¿que tiene que ver todo este rollo técnico con los sonidos de los gatos? Pues porque es necesario comprender que el sonido más agudo tiene más hercios y que el más grave tiene menos hercios. Asimismo, un sonido agudo suele corresponder a llamadas de cachorros, nada amenazantes, mientras que un sonido grave, bronco, suele corresponder a llamadas de gatos adultos, más amenazadoras, que despiertan inquietud en los que los escuchen.






Esta respuesta a los sonidos agudos/graves no es exclusiva de los gatos, sino que se extiende a muchos animales, incluso nosotros. Es diferente nuestra respuesta a un sonido agudo, como puede ser el llanto de un niño, que despierta un instinto de protección, a un sonido grave o gutural, que vamos a percibir como una amenaza.


LA MÚSICA AMANSA A LAS FIERAS


Si a nosotros nos relaja y tranquiliza escuchar músicas y sonidos armónicos, ¿puede suceder lo mismo con los animales? Hay experimentos muy curiosos en los que se ha comprobado que un sonido ambiental con música clásica (por ejemplo, de Beethoven) en establos con vacas hace que éstas aumenten la producción lechera.





Un hombre toca al piano, una melodía de Beethoven, en las montañas de Kanchanaburi, para unos elefantes heridos y discapacitados. El elefante que está detrás del piano, se llama Saiyok y está casi ciego.





Asimismo, varios estudios realizados para la Queen’s University de Belfast, en Irlanda del Norte, dejaron patente el efecto relajante de la música y sobre todo de la música clásica en los animales, reduciendo el estrés y ralentizando el ritmo cardíaco y respiratorio. Según estos estudios, está especialmente indicada en gatos (y perros) hiperactivos y miedosos, ya que suaviza aquellas situaciones frecuentes que producen estrés. Esto ayuda a manejar diferentes problemas de convivencia, como son la ansiedad por separación, visitas de otras personas a casa o la excitación que les producen ruidos intensos, como los truenos, petardos o fuegos artificiales.






En 1.909, hace ya más de un siglo, el periódico The New York Times publicó un artículo al que titularon “los efectos de la música sobre los animales del zoo” (el del Bronx), en el que describían las reacciones de leones, elefantes, primates y aves ante diferentes melodías. Comprobaron, por ejemplo, que a los orangutanes les encantaba escuchar a Caruso, cuyas canciones seguían con mucha atención. En cambio a los lobos les inquietaba.







Más recientemente, en 2.009, el psicólogo Charles Snowden, de la Universidad de Wisconsin, con la ayuda de David Teie, violonchelista de la Orquesta Sinfónica Nacional, realizaron un estudio con tamarinos (una especie de tití), donde emitían vocalizaciones tres octavas más altas que las del humano y a un ritmo más rápido. Con este ritmo los tamarinos estaban más inquietos, pero según lo bajaban, los monos permanecían quietos y atentos.




MÚSICA ESPECIAL PARA GATOS



El mundo de la musicoterapia animal cuenta con sus propias adaptaciones. A este respecto, el músico estadounidense Félix Pando ha adaptado música para gatos y perros de compositores clásicos como Beethoven, Mozart y Chopin, con las que ha editado una colección de discos bajo el título “Música clásica para perros y gatos”. Se pueden descargar por internet, y lo cierto es que son muy relajantes. No es el único, otro músico también estadounidense, Bradley Joseph, ha sacado su colección “Musicpetslove”.







Los que tengan animales en casa habrán podido comprobar que la música muy alta [al igual que a nosotros] les pone nerviosos, mientras que la música más suave les relaja. A su vez los sonidos graves les alarman mientras que los agudos pueden atraer su atención, pero no les asustan.







Lamentablemente, no se han hecho muchos estudios directos para valorar la reacción de los gatos ante la música, pero en cuanto sepamos de alguno, os lo contamos.










FUENTE:  EL GATO EN CASA; Revista cortesía de ROYAL CANIN,
(edición gratuita); Nº 38 - JUNIO 2.016

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si tienes algún comentario no dudes en hacerlo. Gracias.