miércoles, 9 de noviembre de 2016




EL LENGUAJE DE LAS CARICIAS.













Los perros son expertos en utilizar el sentido del tacto para comunicarse con otros perros y con las personas. Una vez sepamos cómo les gusta que los acaricien y qué intentan decirnos al tocarnos, lograremos dominar con fluidez el lenguaje de las caricias.





Amistad interespecie. Un perro ayuda a un gatito a subir escaleras.





Los perros usan el tacto hasta un extremo que nos es difícil comprender. Más que la vista, el olfato y el oído, el tacto les permite crear vínculos emocionales y comunicar sus necesidades básicas. Los cachorros recién nacidos acarician con el hocico y las patas los pezones de su madre para estimular la secreción de leche. Aun cuando duermen, les altera que su madre se vaya y sólo se relajan cuando vuelve a tocarlos.








De igual modo que las personas desarrollamos capacidades verbales en la vida, los perros se vuelven rápidamente adeptos al lenguaje del tacto. A lo largo de su vida, sus interacciones con otros perros y personas parecerán un deporte de contacto. A nosotros nos parece todo un juego, pero para los perros, un golpecito con la cadera, el hocico o la pata es tan claro como un grito.



EL SIGNIFICADO DEL TACTO
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Los perros pasan mucho tiempo estableciendo sus papeles respectivos y emplean el tacto para determinar el control o la subordinación. Cuando dos perros se encuentran, uno puede empujar al otro con el hombro. Aunque parezca un empujón juguetón [que a veces lo es], en realidad es una manera de decir: “tengo más fuerza que tú, así que es mejor que me hagas caso”. Un empellón con el hocico es otro modo de comunicar autoridad. Los perros tímidos y retraídos no acostumbran a usar estos gestos, mientras que los dominantes los emplean gran parte del tiempo.








Pero claro está, sus interacciones sociales no sólo giran en torno al rango jerárquico. A los perros les encanta jugar y una vez concluidos los preliminares de “¿quién manda aquí?”, emplean una amplia variedad de caricias para comunicar si quieren o no pasar un buen rato.






Si juegas con tu perro al tira y afloja, te aconsejamos que no le dejes ganar, porque entonces él no te dejaría ganar nunca y se enfadaría.


Algunas de las señales que emplean los perros para establecer su rango, como poner la pata sobre el hombro del otro o golpearle con los dientes, también son intentos amistosos de acercamiento. Por ejemplo, si un perro empuja a otro con el hocico mientras menea la cola o agacha la parte delantera del cuerpo, en realidad le invita a jugar. Incluso gestos aparentemente amenazadores, como agarrarse de la piel del cuello, pueden ser amistosos siempre que los perros se conozcan y den muestras simultáneas de alegría.






Perros jugando, el que enseña los dientes, lo hace en broma. Los juegos son amagos de pelea, que no pasan a mayores.




No hay modo de saber a ciencia cierta qué intenta decir un perro con sólo observar sus señales táctiles. Hay que observar el conjunto: cómo se mueve, si sonríe, cómo menea la cola, etc. “Con un lametón, un perro puede intentar llamar la atención, demostrar afecto o mostrarse sumiso”, explica Robin Kovary, director de la American Dog Trainers Network de New York. Si en el pasado, cuando le tocaba la mano con el hocico, usted le acariciaba es probable que repita este gesto cuando sienta necesidad de afecto. Si le da comida siempre que le acaricia la mano con el hocico, puede estar seguro de que en el futuro utilizará esta táctica para obtener un aperitivo.








DEVUÉLVALE LAS CARICIAS
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Los perros crecen “hablando” con el tacto, pero para las personas comunicarnos con las caricias es como aprender una segunda lengua. Por suerte, los perros son pacientes. Saben que, en ocasiones, las personas tardamos en aprender y despliegan un abanico de caricias para instruirnos.








Imagine que un perro quiere que le presten atención. Cuando se encuentre con otro perro, le acariciará con el hocico, agitará la cola y todo estará perfectamente claro. Pero la experiencia le dice que las personas no entienden tan bien estas sutilezas táctiles. Por lo que optará por poner en práctica el equivalente canino a hablar más alto: nos lamerá la mano y nos acariciará con el hocico o se frotará contra nuestras piernas y nos colocará la cabeza en la rodilla. Sabe que tarde o temprano levantaremos la vista del periódico, notaremos su presencia y la acariciaremos o, si tiene suerte, le daremos algo de comer.











Con el tiempo, aprenderá qué roces resultan más fáciles de entender y empezará por ellos. También aprenderá que los distintos miembros de la familia responden a diferentes caricias.













Al perro no le gusta que le abracen, El abrazo, no significa lo mismo para el humano que para el perro. El animal se siente aprisionado, y no tiene opción de escapar.



Si bien los perros son bastante buenos en comunicar a las personas qué quieren, las personas no dominamos el lenguaje del tacto con mucha fluidez. Asumimos que lo que para nosotros tiene sentido, como acariciar la cabeza o dar un abrazo, significa lo mismo para los perros.  Y sin embargo, la mayor parte del tiempo sólo creamos confusión.  Por ejemplo, nosotros nos estrechamos la mano para saludarnos, pero los perros odian que les toquen las patas; o ponemos el brazo sobre los hombros de otra persona en señal de afecto, mientras que para los perros indica amenaza.






Caricia muy apreciada por el perro.





El lenguaje del tacto es fácil de aprender. Aunque los perros responden a docenas de caricias, puede comunicar la mayoría de mensajes con unas cuantas. He aquí los más importantes:


* No tengas miedo. Los perros suelen saludar agachando la cabeza y bajando el cuerpo hacia el suelo (igual que los lobos). Lo hacen porque, de mantenerse erguidos, podrían estar planteando un desafío. Y aquí empieza la confusión. Las personas son mucho más altas que los perros. A sus ojos, les parecen formidables. Y dado que somos más altos, tendemos a agacharnos y acariciar la parte superior de la cabeza del perro, pero para ellos ésta es una señal clara de desafío.







Estaban esperando la eutanasia, pero este chico los adoptaron a los dos.


La mejor manera de tranquilizar a un perro es modificar nuestro saludo. Además de agacharnos, es buena idea tocarles la barbilla o el pecho, en lugar de la cabeza. “Resulta menos intimidan que unas palmaditas en la cabeza, que no gustan a todos los perros”, explica Kovary.






Rascarles suavemente la barbilla es otro gesto que les encanta a los perros.





* Tranquilo.  “Cuando su perro manifiesta síntomas de estrés [por ejemplo, porque lo está cepillando o cree que lo lleva de camino al veterinario], hágale tumbarse, acaríciele la ingle y conseguirá que se relaje”, aconseja Kovary. 
También lo tranquilizará si le toca el lomo o el pecho lenta y firmemente. En los perros maduros esto reduce las palpitaciones y la presión sanguínea.











* Lo estás haciendo muy bien. Dado que los perros son unos apasionados del contacto físico, prácticamente cualquier caricia les hará saber que usted está contento con su comportamiento. “Cuando mi perro está tranquilamente tumbado, sin ladrar, le acaricio para elogiarlo y, al mismo tiempo, potenciar este tipo de comportamiento”, explica Sandy Myers, directora de Narnia Pet Training en Naperville, Illionois. Estire suavemente las orejas del animal o hágale cosquillas en la barriga para comunicarle que está muy contento con él.













CARICIAS QUE HAY QUE EVITAR

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Es bastante cruel molestar a un perro que pasa toda su vida pendiente de usted y no pide nada más que un poco de su atención. Pero las personas solemos olvidar que lo que a nosotros nos gusta no necesariamente les gusta a nuestros perros. Los perros perciben algunas caricias, al margen de lo delicadas y suaves que sean, de modo muy distinto al nuestro.


La mayoría de los perros odia que les toquen las patas. Los expertos no saben a ciencia cierta por qué, pero quizás tengan cosquillas y les haga sentir incómodos. “Rara vez un perro le toca las patas a otro y probablemente, en el libro de modales caninos, se considere una libertad inaceptable”, dice Pat Miller, adiestradora y experta en conducta animal de Salinas, California.









Los abrazos son otro de los gestos que los perros desearían que desterráramos para siempre. Lo más parecido a un abrazo canino es cuando la madre lleva a los cachorros colgando del cuello. Aparte de esto, los perros no se aferran para expresar afecto. De hecho, es probable que los abrazos les recuerden inconscientemente a los días en que un “abrazo” significaba que lo estaban atacando. O que los relacionen con ser montados por un perro dominante. “Los abrazos limitan la capacidad del animal para moverse o escapar y eso le molesta”, explica Kovary.







Por este motivo es aconsejable que no coja la cabeza de su perro entre las manos cuando lo adiestre, pues es un gesto que los incomoda, porque se sienten atrapados.



SENSIBILIDAD CAPILAR
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Aunque el sentido del tacto es muy importante para ellos, los perros pierden parte de esa sensibilidad a causa de su denso pelaje, que los aísla del entorno. Para compensar esta pérdida, poseen receptores táctiles que les permiten captar mensajes sutiles.






Perro en estado de máximo terror. 







Estos receptores son cabellos sensoriales denominados vibrisas y se encuentran en zonas cutáneas concretas que concentran un mayor riego sanguíneo y profusión de terminaciones nerviosas, esto es, sobre los ojos, bajo la mandíbula y en el hocico. Los perros emplean estos pelos sensibles al tacto para obtener información de las corrientes de aire y la textura y forma de los objetos.
























MIRA BIEN ESTA FOTO: AQUÍ ESTÁ EL PERRO QUE SE TE “PERDIÓ”, EL QUE REGALASTE, PORQUE TE ABURRIÓ, O TANTOS DE LOS QUE PARIÓ O ENGENDRÓ TU PROPIO PERRO POR NO CASTRARLO.
















FUENTE: "EL LENGUAJE CANINO" (Cómo entender a su perro y conseguir que su perro le entienda".

Publicado por Matthew Hoffman

Asesor: Paul McGreevy, Veterinario y profesor de conducta animal en la Universidad de Sidney, Australia.

COLABORADORES: Susan Easterly, Elaine Waldorf Gewirtz, Bette LaGow, Susan McCullough, Arden Moore, Liz Palika, Audrey Pavia.

© 1999 de Weldon Owen, Inc.

© 2000 de la edición española:
Könemann Verlagsgesellschaft mbH, Colonia, Alemania.







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