viernes, 15 de agosto de 2014



LA IMPORTANCIA DEL ENTORNO 
EN EL DESARROLLO CEREBRAL DEL GATO






Durante las primeras semanas de su existencia, el cerebro del gato se desarrolla increíblemente. Cada célula nerviosa envía prolongaciones que contactan con las otras neuronas, llamándose estas zonas de contacto sinapsis El número de estas sinapsis pasa de algunos cientos a más de diez mil hacia el 35º. día. Diferentes medidas del cerebro demuestran un crecimiento rápido hasta la sexta o séptima semana, enlenteciéndose después considerablemente.





El primer punto a memorizar es este sorprendente crecimiento del cerebro hasta la séptima semana. El segundo punto a observar es la importante influencia del entorno sobre el desarrollo cerebral.








Para comprenderlo, recordemos el experimento de Wiesel y Hubel en los años sesenta del Siglo XX: "Suturamos los párpados de un gatito poco después del nacimiento; sacamos los puntos hacia las siete semanas; constatamos un déficit visual importante." Para el desarrollo de la visión, existe un período crucial entre tres y siete semanas, durante el cual el animal necesita luz; ésta permite al ojo ver. Sin luz, el gato es ciego. Esta ceguera no depende del ojo, sino del cerebro. El ojo percibe las imágenes, pero el cerebro no las registra.  La luz  permite pues el desarrollo del cerebro visual.






Esto es muy importante. Significa que el entorno deja su huella en el cerebro. El desarrollo del cerebro depende directamente del nivel de estimulación del entorno. Y estas estimulaciones deben ser recibidas durante un período preciso, durante el cual el cerebro es más sensible.








Gato con estomatitis crónica. Portador de un "calicivuris", si no se atajan los primeros síntomas, se convierte en una dolencia crónica: el gato deja de comer, como tiene hambre traga la comida entera y la vomita. El veterinario tiene que quitar la infección y cuando el gato esté libre de ella se procederá al limpiado del sarro, para continuar con un seguimiento exhaustivo de la boca del gato.







Es el concepto de período sensible. Un período sensible es una etapa  de la vida durante la cual se realiza un aprendizaje fácil y memorizado a largo plazo; en conjunto, a lo largo de este período, una pequeña cantidad de experiencias determinantes producirán efectos o males mayores sobre el comportamiento del gato adulto.






IDENTIFICACIÓN


El gato no nace sabiendo que es un gato. El gatito debe aprender que pertenece a la especie de los gatos. En estado salvaje, el gato vive con su madre, sus hermanos y hermanas hasta pasada la edad de tres meses, a menudo hasta el momento de la pubertad, entre seis y doce meses. Viviendo con los gatos, aprende que es un gato.  No le supone ningún problema.






Pero, cuando vive con los humanos, el gato es separado de su madre mucho más temprano. Es así como nos hemos dado cuenta que el gato se identificaba con su propia especie entre la edad de dos y siete semanas.

¿Qué importancia tiene esto?


Primeramente, esto permite un reconocimiento de la madre: es el 
imprinting filial. El padre no se ocupa de las crías; podría incluso matarlas. La madre defiende a los pequeños frente al padre y frente a los peligros. Es importante, vital para un gato unirse a su madre.






Seguidamente, la identificación permite el reconocimiento del compañero sexual. Es fundamental para la supervivencia de una especie que el individuo realice sus comportamientos sexuales con la pareja adecuada, que el gato corteje a una gata y no a una perra. Esto lo aprende en su juventud.





                                      Gato abandonado: SEVILLA



Este aprendizaje es fácil y duradero; persistiendo durante la vida entera.

Pero comporta un riesgo.

¿Qué ocurre si el gato no tiene ni madre, ni hermano, ni hermana?

Un gato criado con biberón por humanos bien intencionados, teniendo buen corazón y mucha paciencia, sufrirá un error de identificación. Hará un imprinting filial y sexual con sus padres adoptivos. Es así como encontramos gatos machos cortejando a su humana o… a la perra de la casa, si ella se ha ocupado de él durante la edad de dos a siete semanas.





                                                     GOZDILA


Cuando el gato se ata a diversos animales, se identifica con la especie más parecida a la suya: preferirá los gatos a los perros, los perros a los humanos, y los humanos a los pájaros.


SOCIALIZACIÓN


El gato arisco, vuelto a la vida salvaje, no acepta el contacto del humano. El gato de familia busca la presencia humana. ¿Por qué esta diferencia entre los dos gatos que tienen el mismo patrimonio genético?

Porque existe un período sensible para el desarrollo de esta dependencia.






El gato crea en ese tiempo lazos de dependencia con un ser humano, los cuales son fuente de sosiego. Esta dependencia es medida y definida por la intensidad del estrés sufrido al ser separado del ser querido.


Así, un gato de cinco semanas separado de su madre llora de desamparo. Si ha sido manipulado por gente regularmente, se tranquiliza ante su presencia; si no ha tenido jamás contacto con un humano, no se calmará. Porque en este caso, el gato no será dependiente del ser humano.


Atarse a un ser humano es el principio mismo de la domesticación. Es el punto de partida de la elaboración de relaciones sociales, por tanto de una socialización.






Existe un período sensible de socialización-domesticación. Se produce entre las dos y nueve semanas aproximadamente. Comienza con la apertura de los ojos y de la capacidad auditiva, o sea la apertura al mundo, y finaliza a una edad variable que depende del aspecto estrenaste del entorno. Condiciones de vida difíciles como el hambre, el frío, la intemperie, la enfermedad, etc., limitan las capacidades de atarse y socializarse a la edad de siete semanas.  Un entorno tranquilo, confortable, cálido… permite crear interacciones de dependencia hasta más allá de las nueve semanas.





Gato abandonado, atropellado por un vehículo. Los refugios de animales están desbordados por casos como éste.




Sin embargo, si este aprendizaje es fácil, no es duradero; necesita un mantenimiento posterior a través del contacto repetido con la gente. 

Esta atadura social no es generalizada a todo ser humano. Para el gato, un hombre, una mujer, un adolescente, un niño, un bebé, son todas especies diferentes. Un contacto con cada una de estas "especies" se muestra necesario para una buena socialización.







¿Cuál será el contacto social mínimo indispensable? ¿Diez minutos por día? ¿Dos veces por semana, veinte minutos? Dependerá de la personalidad de cada individuo, del estrés del entorno, de la calidad del intercambio social. Un gato no es igual a otro. Una cría de gato se socializará con muy pocos contactos; otro, nacido de una madre miedosa, en un entorno difícil, tendrá necesidad de una  media hora de caricias y de ternura diarias a fin de aceptar al humano como compañero social y convertirlo en un ser de dependencia.

Por regla general, cuanto más es manipulado un gato, más se domestica.








La existencia de este período sensible de socialización conlleva un riesgo.

Si el gato no ha encontrado a un humano antes de la edad de nueve semanas, será excluído, salvo excepciones, de convertirse en un gato de familia, cariñoso, amante, tierno y que acepte ser manipulado.


El particular aprendizaje en este período sensible no está limitado sólo a la gente. El gato puede aprender a conocer, a apreciar, y a entablar relación social con perros, conejos, pájaros, ratas, ratones, etc. En este caso también, el aprendizaje está limitado al tipo de individuo encontrado: rata negra o ratón blanco, por ejemplo.







KURENAI. Siamesa, procedente de un deshaucio en Barakaldo.

Contacto: www.sosbilbao.org




La socialización impide la depredación.

¿Te comerías a tu gato? ¡Horror, canibalismo! ¿Quién se comería a sus niños? ¡Imposible comerse a un ser querido! Es lo mismo para el gato.

Estar socializado con un individuo impide cazarlo y comérselo. Un gato socializado a un ratón blanco, respetará a los ratones blancos, cazando, porqué no, a los ratones grises.

Gracias a este contacto precoz podemos observar gatos jugando con patos, durmiendo entre las patas de un perro, y tolerando que un bebé les tire de la cola.







REGULACIÓN DE LAS EMOCIONES


La socialización de la cual acabamos de hablar es un caso particular de un proceso de aprendizaje más global que permite establecer en el cerebro referencias en función del entorno.


El gato joven no tiene ningún medio de prever en qué entorno vivirá de adulto. La probabilidad de encontrarse en el mismo entorno es muy grande en la naturaleza. El gato vive allí donde nace. Desde entonces, el gato, aprende a reconocer y a identificar las estimulaciones de este lugar: los ruidos, los colores, las luces, los olores, la agitación, la calma. etc.





                                    Gato torturado en ÉBOLI (Italia)



Pero el ser humano ha roto este orden.  ¿Quién dice que el gato vivirá su vida adulta en el mismo lugar, en la misma calidad de entorno?


¿Qué pasa si el joven gato ha nacido en el campo y debe vivir en la ciudad, o en un piso o apartamento? ¿Está preparado? ¡NO! (por supuesto, salvo excepciones, que las hay).

Es entre las dos y nueve semanas cuando el gato se marca a todas las referencias de su entorno de vida normal. Establece un nivel de ruidos, una tasa de decibelios de referencia. Si un sonido sobrepasa el nivel, el gato reacciona, se inquieta, y se pone en guardia. Si el ruido lo sobrepasa de forma importante, el gato huye, se esconde. Tiene miedo.







Es lo mismo para el sentido visual, táctil, olfativo y doloroso.

Las estimulaciones percibidas por el gato entre las dos y las nueve semanas establecen una regulación de la emoción.


Imagina esto como un botón (potenciómetro) que regula el volumen de tu radio. ¿En qué volumen estará puesto? ¿En 1, 2, 3, 4…? Un gato que haya vivido en el campo estará regulado en 1, otro que haya crecido en plena ciudad, en 4. Es un ejemplo. En el campo, si conectamos la radio, si colocamos un espejo brillante, juegos de niños ruidosos, si lo enriquecemos con estímulos, el volumen podría ser puesto a 5; mientras que en la ciudad, el gato podría crecer en un apartamento insonorizado tranquilo, sin ninguna agitación, y obtener un volumen 1.






El gato regulado en 4 ó 5 se adaptará a cualquier situación; el gato regulado en 1 ó 2 será miedoso en un entorno agitado o ruidoso, y desarrollará patologías emocionales tales como ansiedad, agresividad, o depresión.

El gato regulado en 4 ó 5 no se adaptará a un piso porque estará limitado en el espacio, frustrado, y con falta de estímulos. Sus comportamientos instintivos aparecerán espontáneamente y "cazará" todo lo que se mueva, ya sea una bola de papel o los talones del humano con el que conviva; incluso se estimulará a sí mismo lamiéndose el pelo compulsivamente, produciéndose a la larga lesiones cutáneas, a veces, graves.






Al igual que en la socialización, este aprendizaje es fácil relizándose entre las dos y las nueve semanas, pero necesita un mantenimiento ulterior para una buena memorización.


SOCIABILIDAD


Aunque el gato esté bien identificado con los gatos, esté socializado con la gente y enriquecido en estímulos sensoriales, no por ello tiene porqué ser sociable.


La sociabilidad es otra cuestión. Es la búsqueda de la interacción social. Pero el gato, no es especialmente un ser sociable. Todo depende, de las condiciones ecológicas y de la presencia o la ausencia de un matriarcado. En esta organización social se encuentran varias gatas que crían al mismo tiempo. El recién nacido mama tan pronto de su madre, como de una tía jugando el papel de nodriza (igual que las leonas). Viviendo en comunidad, el congénere deviene para el gato una referencia familiar, un ser de atadura, de dependencia. Una forma de imprinting fraternal.






Desde este momento, la vida en grupo se convierte en un hábito cultural. Una obligación; la soledad deviene la excepción, incluso el origen del pánico.


Un gato joven que no haya tenido esta suerte podría convertirse en un adulto solitario, poco tolerante con la vida comunitaria.


EN POCAS PALABRAS…


El cachorro de gato se identifica a la especie "gato" entre dos y siete semanas; establece así el imprinting filial y sexual.

Entre dos y nueve semanas se socializa con los humanos y los otros animales, establece sus signos sensoriales y su regulación emocional.

Por último, durante este mismo período, desarrolla el imprinting fraternal, fuente de su futura sociabilidad.

En fin, él pone las bases sobre las que construir su futuro.


Dejando los tecnicismos de lado, sugerimos que si algún espíritu bueno adopta un gato que ha sido seriamente maltratado, lo primero que tiene que hacer es cambiarle el nombre, cuyo sonido sea totalmente distinto al que tenía cuando era maltratado, para que no lo asocie.

Si el gato adoptado tiene que estar aislado porque es portador de una enfermedad contagiosa para otros gatos, hay que hacerle compañía
 y estar con él media hora por la mañana y otra media hora por la noche, hablarle con suavidad, pronunciando su nombre, acariciarle… para que sea sociable y viva relativamente tranquilo y feliz. Un gato aislado, aunque se le cambie el agua y tenga comida, si no le hacemos compañía se volverá huraño, desconfiado, se esconderá… y no se le podrá medicar.








OVIDIO. Portador de VIH. Está sólo en una habitación. Pero su humano pasa largos ratos con él, dando como resultado un gato sociable, contento, y que lleva ya con su enfermedad cinco años. Siendo los resultados de las analíticas muy prometedores.











FUENTE: "LA EDUCACIÓN DEL GATO"

AUTORES: JOËL DEHASSE & COLETTE DE BUYSER; son veterinarios especializados en el comportamiento y la psicología de los animales domésticos. En esta obra nos ofrecen un método preciso y eficaz para educar a nuestro gato. Son autores también de "La educación del perro" de la misma editorial.


© 1993 Les Éditions de l'Homme, una división del grupo Sogides y para la edición española
© 1996 Ediciones Omega, S.A., Barcelona


























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