EL COLLAR Y LA CORREA:
Más que un simple capricho.-


Con frecuencia no se da la importancia suficiente a estos elementos fundamentales en la vida del perro y su relación con el resto de individuos y el entorno en el que vive. Así, el collar, con sus múltiples variantes para acoplar sobre el cuerpo del animal, y la correa, nexo entre el método de sujeción del animal y el propietario, son elementos que deben ejercer sus funciones de forma adecuada, y, por ello, deben ser elegidos, ante todo, por la función que deban realizar.

CARLOS RODRÍGUEZ
VETERINARIO

Lo primero que se debería tener muy presente es que el collar y la correa deberían ser considerados como el nexo entre el propietario y el perro en su tránsito por cualquier lugar que no sea el hogar. Salvando todas las distancias, el collar y la correa deberían ser como ir de la mano con nuestros hijos en el tránsito por calles, parques, etc. De la misma forma que la mano de los padres aporta una serie de "ventajas" a la "circulación" con los más pequeños, el collar y la correa deberían aportar las mismas "ventajas", principalmente control, seguridad y manejo.

¿CUÁNDO COMENZAR SU USO?


Con mucha frecuencia el propietario acude a una clínica veterinaria o a una tienda especializada para elegir el que será uno de los artilugios más importantes en la vida de su mascota, donde en la mayoría de las ocasiones recibe información sobre lo adecuado o no de un collar o un arnés, de los beneficios y problemas de una correa extensible o una "de tamaño fijo", etc. Sin embargo, son pocas las ocasiones en las que se comenta cómo empezar el uso de ambos elementos.

En el caso del collar sería adecuado, principalmente en los cachorros, ponérselo unos días antes de su salida a la calle, ya que no son pocos los ejemplares que con notar el collar sienten una "inhibición" de la intención de caminar y deambular como cuando iban "desnudos". Esto ayuda a que el animal se acostumbre a algo nuevo sobre su cuerpo de forma progresiva.


Algo similar pasa, con la correa: lo más adecuado es, tras unos días de llevar el collar por casa, y admitirlo sin problema, comenzar a "añadir" la correa al conjunto, para lo que se darán pequeños "paseos" por casa hasta que el animal adquiera progresivamente confianza y comodidad.

Precisamente por una falta de habituación y manejo del collar y la correa aparecen problemas como tirar de la correa, negativa a andar, falta de respuesta a los comandos enseñados, etc.


Para empezar el aprendizaje, el mejor collar es uno convencional ajustado al cuello y la mejor correa es una de longitud fija. Una vez que el perro los ha aceptado, se pueden elegir otros accesorios adecuándolos al tipo de actividad a realizar.

Por supuesto, existen collares y correas que están diseñados para corregir comportamientos indeseados, por ejemplo, collares de castigo, de ahogo, de descargas eléctricas, etc., pero su elección y uso se debe reservar a verdaderos profesionales de la educación canina. De lo contrario, lo habitual es que se empeore la situación.

Por lo demás, como todos sabemos, el perro no distingue entre la variedad de colores, materiales y diseños que su propietario encuentra en el mercado, en algunos casos auténticos collares joya, sino que para él lo importante es que resulte cómodo y no le apriete. Por cierto, de nada sirve ponerle un collar amplio, ya que se soltará con cualquier movimiento, ni que lo saquemos a la calle sin sujetar con la correa, algo que no solo se desaconseja, sino que está prohibido por ley, especialmente en entornos urbanos.

Un perro sin collar ni correa, corre un riesgo muy alto de ser atropellado y/o muerto. Siempre digo que prevenir es mejor que curar, mejor para el perro (u otro animal), que mejorará su calidad de vida, y mejor para el propietario que con la prevención ahorrará bastante dinero y disgustos.




FUENTE: REVISTA "MI PERRO Y YO", Nº 7, SEPTIEMBRE 2.015.
REVISTA CORTESÍA DE ROYAL CANIN.