martes, 29 de marzo de 2016




UNA HERENCIA DE NARICES.







En el mundo de los olores y las fragancias el humano es una especie inferior. Cualquier perro detecta una variedad interminable de olores con una sutileza y una sensibilidad que está mucho más allá de nuestra comprensión, lo mismo que las matemáticas superiores lo están al perro. No resulta fácil explicar su superioridad de una manera sencilla. Algunas autoridades han dicho que los perros son cien veces mejores que nosotros para la percepción e identificación de olores; otros han llevado esa cifra incluso a un millón de veces; y los hay que han alegado muy seriamente que se encuentra próxima a los cien millones. La verdad es que la comparación sólo puede realizarse respecto a una sustancia química particular. Con cierta clase de olores, los perros lo hacen sólo un poco mejor que nosotros, porque los olores en cuestión carecen de significado para ellos; por ejemplo, la fragancia de las flores. Pero con otras sustancias, como el ácido butírico presente en el sudor, algunas pruebas han demostrado, más allá de cualquier duda, que los perros tienen una capacidad de respuesta, increíble, por lo menos un millón de veces superior a la nuestra.







Los ejemplos de la facultad de los perros para identificar un sudor resultan impresionantes. Existe la prueba del guijarro. Seis hombres cogen y lanzan cada uno un guijarro lo más lejos que pueden. Entonces se deja que un perro huela la mano de uno de los hombres, después de lo cual encuentra la piedra que ha lanzado y regresa con ella. Sólo en el tiempo de asir la piedra para arrojarla, el hombre ha depositado el suficiente sudor como para que la nariz del perro la pueda localizar. Resulta aún más desconcertante la prueba del portaobjetos. De una serie de portaobjetos uno de ellos es tocado brevemente por la yema de un dedo humano. A continuación se alejan de allí con cuidado los portaobjetos durante un período de seis semanas. Cuando se traen de nuevo para el experimento, el perro sometido a la prueba es capaz de identificar el portaobjetos que fue rozado.







El sudor de los pies humanos parece que es aún más fácil de detectar por la nariz del perro. Los sabuesos siguen una pista que ya tenga seis días y rastrean a una persona hasta ciento sesenta kilómetros. El olor de pies humano es tan fuerte para un perro que es capaz de distinguir por donde han pasado unos incluso en zonas por las que transita mucha gente. Y todos llevando zapatos.







A causa de esta cualidad, que es posible debido a que la nariz del perro posee los ciento veinte millones de células sensibles al olor, al lado de los cinco millones de los humanos, se ha buscado en muchas esferas la ayuda canina, algunas muy conocidas y otras no tanto. Se empleó a sabuesos para seguir y rastrear a esclavos huidos y, después, a criminales escapados; pero es menos sabido que se hayan usado perros para saber si un par de gemelos eran idénticos o sólo fraternos. Dado que el olor personal humano se hereda genéticamente, los gemelos univitelinos poseen idéntico olor corporal y los perros no pueden distinguirlos, mientras que los gemelos bivitelinos poseen un olor corporal diferente y pueden distinguirse con facilidad.







Otras tareas confiadas a las narices caninas han incluido la búsqueda de trufas, la detección de drogas, la localización de bombas y el rescate de las víctimas de un alud, enterradas bajo la nieve. Las tres drogas principales, marihuana, cocaína y heroína poseen unos olores muy característicos, y los perros los huelen aunque hayan sido cuidadosamente escondidas dentro de otros objetos. Los traficantes de drogas han efectuado intentos para enmascarar los mencionados olores, pero han sido descubiertos. Envolver los paquetes de drogas  con perfumes fuertes, especias, tabaco, cebollas o bolas de naftalina, jamás han engañado a los perros especialmente entrenados empleados por las divisiones antidroga. En cuanto los perros empleados por los cuerpos de desactivación de bombas no han tenido dificultades para detectar el azufre en la pólvora, o el ácido en la nitroglicerina. En lo que se refiere a distinguir olores extraños, la nariz del perro sigue siendo mucho más eficiente que cualquier máquina construida por el hombre.







Durante la evolución, la presión principal para desarrollar semejantes asombrosas facultades olfatorias fue, naturalmente, la detección de la presa por el olor a una gran distancia. Se ha observado que un lobo advierte el olor de un ciervo a favor del viento a una distancia de más de dos kilómetros. En cuanto el olor del ciervo llega a la manada de lobos, todos los componentes detienen su marcha y apuntan con sus cuerpos directamente hacia la presa. Tras permanecer inmóviles durante un momento, comprobando el olor, se unen, nariz contra nariz y agitando excitados las colas. Luego, al cabo de diez a quince segundos, salen disparados hacia el ciervo y la caza da comienzo. Para unos animales así, en especial los que viven en el helado norte, un agudo sentido del olfato significa la diferencia entre la vida y la muerte. Y es esta refinada habilidad la que han heredado nuestros perros.














FUENTE: OBSERVE A SU PERRO
AUTOR: DESMOND MORRIS. Zoólogo, autor de El mono desnudo.
PLAZA & JANÉS EDITORES, S.A., Barcelona, 1989
Tribuna de PLAZA & JANÉS




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