martes, 29 de julio de 2014

EL BURRITO CAPITÁN Y LOS OMINOSOS SILENCIOS….



El burrito Capitán y los ominosos silencios sobre su desdichada historia

Publicado el 29/07/2014 por pacma




Un correo de la plataforma de peticiones Change.org me comunica que tres tipejos han sido imputados por el abandono, violación anal con un palo y descomunal paliza que en junio dieron al burrito Capitán, de tan solo 17 meses. Recibo ese correo porque yo fui uno de los 180.000 firmantes que se adhirió a la iniciativa electrónica para exigir a las autoridades de Almería que no archivaran las actuaciones para descubrir a la basura humana que estaba detrás de esta acción de auténticos pendejos. Y se ha conseguido con el clamor de todos que este asunto no se dejara dormir y que la Guardia Civil haya, al menos, imputado a ese trío de escorias.

Aún estoy sorprendido por las gilipollescas y antiperiodísticas omisiones de los elementos informativos y la cretina corrección política consistente en tapar cualquier acto delictivo cometido por gitanos

Visito con alguna frecuencia la página y el blog del Pacma y, tal vez se me haya pasado por alto,  pero no he conseguido encontrar referencia alguna acerca del atroz tormento sufrido por este pequeño burro que apenas había iniciado su infancia. Imagino que la razón de esta ausencia del hecho es que hay tantas atrocidades con los animales que algunas, incluso tan llamativas como esta, por algún motivo o sin él quedan sin recoger en este espacio animalista.






He apelado a la hemeroteca y aún estoy sorprendido por las gilipollescas y antiperiodísticas omisiones de los elementos informativos de esta noticia que realizaron demasiados medios cuando dieron a conocer el suplicio de Capitán. Así, aunque algunos situaron el hecho en Almería, cerca de una escuela, no dieron ninguna otra pista. Trabajé unos cuantos años en esa ciudad y me era imposible imaginar que esto hubiera sucedido en la mayoría de los muchos sectores urbanos de la Almería que conocí. Siguiendo las novedades de la repulsiva noticia, di con otros medios que, haciendo gala de una paupérrima valentía, ya al menos apuntaron que se trataba de una barriada marginal, conflictiva. Empezaba a comprender. Finalmente, gracias a indagaciones en internet y al correo de Change que comunicaba a todos los firmantes el resultado de la petición de exigencias de responsabilidades a los autores, se ha podido conocer la mayor parte del triste suceso.




Ocurrió en la barriada gitana de ‘Los Almendros’, un lugar sólo habitado por ellos, dato que de forma estúpida quiso ser ocultado por el irracional buenismo y por la no menos cretina corrección política que consiste en tapar cualquier acto delictivo cometido por gitanos. Para todo desconocedor de ese enclave de he apuntar que ya entonces, cuando lo conocí hace una buena porción de años, cualquiera que no fuese de esa raza y que por razones de trabajo tuviese que acudir a dicho barrio (carteros, repartidores de butano e incluso servicios de ambulancia) debía hacerlo escoltado por la Policía. Al parecer, nada ha cambiado allí para mejor.





En los primeros días del pasado mes de junio, una maestra del colegio de Los almendros notó algo raro en su clase; una excitación especial entre el personal del aula, demasiados recaditos y risas nerviosas en los pupitres. Todo ello hizo que se mosqueara lo suficiente para tratar de averiguar lo que se cocía. Consiguió enterarse y quedó estremecida: los inocentes escolares habían quedado a la salida para ir a un solar próximo donde yacía malherido el pobre burrillo. Estaban cansados de torturarle, ya no les divertía tanto como al principio y habían decidido poner fin brutalmente a su corta existencia. ¿Con palos, tal vez a pedradas, quizás con cuchillos o con todo junto a la vez? Daba igual el método, pero sin duda tendría que ser cruel.






Gracias a esta valiosísima y oportuna información, la docente se puso en contacto telefónico con la asociación La Huella Roja, una organización surgida de la fusión de varias protectoras de Almería. Sin perder tiempo, estos valientes activistas pidieron a la Guardia Civil una escolta para llegar al descampado donde agonizaba Capitán. Con los agentes protegiéndoles, los miembros de La Huella Roja hallaron prácticamente exánime al pequeño animal. Cuando se encontraban atendiéndole, un gitano adulto, sorprendido por el pesar que manifestaban por un burro, se ofreció a reventarle la cabeza con una azada y acabar definitivamente con estas cosas de los “payos”. Huelga decir como reaccionaron los de la protectora que, mientras tanto, habían dado aviso a una veterinaria especialista en cuadrúpedos para que estuviese preparada e hiciera lo que pudiese por el maltrecho burrito.




Lo sacaron de ese infernal sitio y comenzó la ardua misión de salvarle la vida.  Capitán –ése fue el nombre que le pusieron los de La Huella Roja-,  había sufrido múltiples lesiones durante los días que fue torturado en Los Almendros, e incluso algún o algunos degenerados le introdujeron un palo por el ano produciéndole graves desgarros y una monstruosa salida de tejido rectal. Por supuesto, durante el tiempo –días completos, eh- que padeció estas atrocidades nadie le dio ni un sorbo de agua. Han sido jornadas de incertidumbre y cuidados intensivos en el refugio de la protectora mientras tenía dos patas en la muerte y las otras dos en una débil línea de la vida. Pero se empeñaron en salvarle y lo han logrado. Hoy ya no está bajo el amparo de La Huella Roja porque ha sido trasladado a un centro de recuperación equina de otra provincia. Las interminables horas de horror, pesadilla, dolor, indefensión y vejaciones han terminado para Capitán.




A raíz de la urgente solicitud  de Change, que reunió 180.000 firmas, el Seprona de la Guardia Civil realizó un buen trabajo de investigación, teniendo en cuenta que debió efectuarlo entre población gitana. Se sabe que un trío de energúmenos ha sido imputado, un adulto de 38 años y dos menores de con una edad inferior a 18. A uno de ellos también se le responsabiliza de abandonar al animal. ¡Imputados! Ni siquiera detenidos o directamente acusados ante la Fiscalía!





La situación de los animales continúa siendo pavorosa en España. Una casta de políticos inmorales y antropocéntricos sigue dándole esquinazo al inexcusable deber ético de elaborar y aprobar una ley nacional de protección de los animales que haga borrón y cuenta nueva con las 17 pantomimas actuales que no disuaden a los abyectos. Es urgente y precisa una normativa igual para todas las regiones, que castigue con dureza a los gitanos y a los españoles que vuelquen su vesania delictiva contra los que no tienen voz. Y es de mayúscula justicia que, quien así actúe, ya sea solvente o insolvente, lo pague sin posibilidad alguna de escapatoria.




           Burrito maltratado salvado por "El Refugio del Burrito"


Al hilo de todo esto, desde mediados de julio, la escritora y periodista Rosa Montero está recogiendo firmas a través de la plataforma Avaaz para exigir al Gobierno que se deje de pamplinas e insultantes evasivas y presente un proyecto de ley que ponga fin a la infamia animalicida en España, que ocupa el primer lugar en la Unión Europea en cuanto al número de abandonos. Rosa lo está intentando por esta vía y, de ser conocida y divulgada su propuesta de forma masiva, es razonable que cientos de miles de españoles dedicarán un minuto escaso a ese sencillo acto de firmar electrónicamente. Es sólo un paso, ya lo sé, pero creo que debe darse y proseguir la lucha por los otros.





Querían matar al burrito Capitán y casi lo consiguen. Niños y adultos de ‘Los Almendros’, en Almería. Entre risotadas, escarnios y torturas. Ya sabemos quiénes. Pero uno se sigue preguntando, a la vista de la foto de un burrillo de 17 meses, de pelaje oscuro y hundido en el dolor, más pequeño aún que el Platero de Juan Ramón Jiménez,  qué clase de mal ungüento ponzoñoso debe correr por las venas de esos especímenes malnacidos y cobardes  a los que incluso les pareció insuficiente quitarle la vida poco a poco y le metieron un palo por la entrañas.




                    Burro torturado y asesinado en TORREORGAZ

Esta historia no podía solventarse con cuatro datos irrelevantes y un ominoso silencio sobre el origen de los autores y el lugar concreto donde tuvo lugar.
Buena suerte en tu nueva vida, pequeño Capitán.
Gabriel Téllez





























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