HANS, EL CABALLO MATEMÁTICO.
A finales de 1800, un profesor de escuela alemán retirado llamado Wilhelm von Osten realizó una de las demostraciones de la comunicación animal de más triste memoria de la historia. El experimento que hizo con su caballo Hans todavía ensombrece los estudios que intentan dilucidar los entresijos de la comunicación entre humanos y animales.
Von Osten creyó que Hans era un caballo listo, y decidió enseñarle a realizar operaciones matemáticas básicas utilizando para ello los mismos métodos de enseñanza que había empleado con sus alumnos. Empezó de forma simple, pero pronto progresó en los problemas, sorprendido de que Hans pudiera hacerlo tan bien.
Hans resolvía restas de dos dígitos, dando su respuesta al golpear en el suelo con una de sus patas delanteras. Pocas veces se equivocaba.
La fama de Hans se extendió por toda Europa atrayendo a espectadores curiosos, entre ellos un buen número de eminentes científicos. Pocos dudaban de las habilidades de Hans. Incluso podía responder a preguntas formuladas por los visitantes cuando su entrenador estaba fuera del alcance de sus ojos.
Sin embargo, dos escépticos idearon un experimento más "listo" que Hans. En primer lugar escogieron un problema. Uno de los investigadores se lo susurró al oído de Hans y desapareció de su vista. Sorprendentemente, Hans fue capaz de resolver el problema.
Sin embargo, cuando el interrogador le propuso a Hans un problema que nadie más conocía y después abandonó la sala, Hans fracasó estrepitosamente. Su probabilidad de éxito cayó dentro de lo que se esperaba si la respuesta fuera al azar.
Realmente Hans era mucho más listo de lo que nadie imaginó, pero no en matemáticas sino en la interpretación del lenguaje corporal humano. Para su sorpresa Von Osten descubrió que Hans simplemente empezaba a dar patadas y continuaba hasta que el lenguaje corporal de su entrenador le indicaba que había llegado al número correcto. Y Hans había aprendido a generalizar su habilidad desde Von Osten a los otros interrogadores, e incluso a las personas que estaban allí presentes y que sabían la respuesta. Pero cuando la gente que estaba frente a él desconocía la respuesta, Hans no tenía ninguna pista de cuándo acabar.
El episodio de Hans "el Listo" enfrió el entusiasmo por la investigación de la comunicación humano-animal durante décadas. Hoy en día nadie afirma que los caballos pueden entender el lenguaje humano. Sin embargo, muchas personas presuponen que los grandes simios sí que pueden.
La investigadora Jane Goodall.
En las décadas de 1960 y 1970, los intentos de comunicarse con animales [en este caso chimpancés, orangutanes y gorilas] experimentaron un resurgimiento. Entonces el fenómeno de "Hans el Listo" golpeó de nuevo. Un investigador analizó las cintas de vídeo de "conversaciones" entre los entrenadores y su alumno, un chimpancé llamado Nim Chimpsky, que había aprendido algunos signos derivados del lenguaje de signos americano.
Un análisis fotograma a fotograma reveló que los entrenadores de forma involuntaria inducían y modelaban cada palabra, de modo que Nim se limitaba a imitar. Inconscientes de su influencia, los entrenadores le atribuían a Nim la producción de frases. Por segunda vez, el entusiasmo por los programas de enseñanza del lenguaje humano a los animales disminuyó.
Los escasos investigadores que prosiguen actualmente con estos estudios mantienen a "Hans el Listo" en mente, y hacen todo lo posible para diseñar experimentos científicamente "limpios". Pero me surge una pregunta ¿Para qué necesitan un caballo o un chimpancé, en su medio, el Romeo y Julieta de Shakespeare?.
FUENTE: "EL LENGUAJE DE LOS ANIMALES". Prólogo del prestigioso etólogo Frans de Waal.
AUTOR: Stephen Hart, biólogo.
© Alianza Editorial, S.A., Madrid.
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