jueves, 6 de marzo de 2014



LECTURAS





El pasado invierno he tenido mucho tiempo para leer. Y no es frecuente
que ello ocurra. Entre los libros que leí está uno de J.M. Coetzee. Se titula
Las vidas de los animales. Si lo traigo aquí a cuento no es tanto por su tema, ya que leí otros del mismo asunto, cuanto por el "gusto" que dejó en mí
su lectura.




Habré de confesarme que apenas recuerdo alguna línea de ese texto. 
Pero a mi cabeza viene un batiburrillo de frases que esbozan una especie
de "puzzle" sonoro que viniera a irrumpir en los ruidos que acechan nuestra cotidianidad urbana. Sones que conforman la presencia de un silencio.




El relato está centrado en la figura de Elisabeth Costello, el alter ego
del autor, defensora de los derechos de los animales y que se desplaza a un College estadounidense para dar unas conferencias sobre el asunto. 
El acontecimiento desencadena variados discursos en torno al tema sin que por ello se dibuje un espacio cerrado. 





Las distintas posiciones, familiar, académica, social, etc., que se manifiestan en los discursos de los personajes difieren entre sí, pero nunca parecen dejar de oponerse a la adoptada por la Sra. Cotello.
Y en ese juego de encuentros y desencuentros lo que se dibuja es el perfil de la Ausencia.




Es algo que dice a eso que creemos saber delimitado en la palabra
"humano". Y con ello me parece que perseguimos la configuración 
de la clausura de un espacio. Lo que me recuerda una de las objeciones
que se le ponen a la Sra. Costello: el carácter inquietantemente abstracto que
revela la preocupación por los animales. A mi entender esa inquietante naturaleza se desprende de todas las voces que se escuchan en el texto. Sean en favor de los animales o bien pasen del tema.




Los "derechos" tal y como se entienden en la modernidad surgen de la sociedad. Tal figura retórica viene a hacer efectivos los principios en que se basa el trato entre los individuos que configuran la misma. Como tal la constituyen. Y ahí existe un fíat que hace indecidible la cuestión de qué fue primero si la sociedad o el derecho.





El problema de los derechos, queramos restringirlo a los humanos o extenderlos más allá de los mismos, me parece que es algo que no puede fijarse como si los mismos existieran en algún lugar dotado de autoridad
e independiente de cada uno de los individuos. Como todo discurso, el
discurso especista tiene su límite. ¿Queremos superarlo? ¿Es posible?
La imposibilidad de responder a las preguntas se hace manifiesta en el mismo instante de intentar hacer efectiva la respuesta.




Lo cual viene a mostrar que no hay mundo sin "discurso", que ese uno
en sí mismo son muchos. El "homo natura" es una construcción como tantas otras, entre ellas el "homo oeconomicus", cada individuo está tejido y teje su existencia con una pluralidad de discursos. Claro que
estableciendo una preeminencia entre los mismos. Pero… ¿quién determina esa escala? Responderlo hace necesario más discursos. Y sin buscar salidas fáciles, quiero decir sin perseguir la ambigüedad del pescado.







Bibliografía.

Coetzee, J.M. Las vidas de los animales.
Literatura Mondadori, Barcelona, 2001

Kafka, Franz. Un informe para una academia en La metamorfosis
y otros relatos, Cátedra, Madrid, 1.985

J.P. Molano Cruz










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