viernes, 7 de marzo de 2014



RES GESTAE





Me han pedido una colaboración libre para este Blogg. Sólo se me ha informado de que en líneas generales su orientación es la defensa de los animales. En mí se da la duda entre escribir como licenciado en historia o como hombre que le gustan los perros, con preferencia los Carlinos. Al fin me he decidido ni por lo uno ni por lo otro.




La aparición en escena de la guillotina como nueva técnica de castigo dio lugar a una pluralidad de debates en los que todo un saber sobre las complejas relaciones alma-cuerpo, se moviliza para abordar esos problemas. Al día que estoy escribiendo parece ser que ellos no son "nuestro" problema.





Prosigo con mi relato. En los citados debates, distintas posiciones incidían directamente en los cuernos de esta disyunción: la guillotina es un procedimiento bárbaro o uno humanitario. En 1.797 y en el curso de una sesión de l'Ecole de Médecine de París acontece un punto de inflexión en esa discusión. A modo de ejemplo se toma el caso de Charlotte Corday, decapitada y cuyo rostro se ruboriza tras los golpes del verdugo. Los textos de la polémica se publicaron en las Mémooires de la Societé Médicale d'Émulation de la capital gala.




Entre los defensores de la naturaleza "humanitaria" del procedimiento destaca M. Léveillè, cirujano y miembro de la citada Societé. Lo que sigue son unos fragmentos tomados de su disertación:





"…Conviniendo que el cerebro es la  sede principal del sentimiento, hay que admitir también que las partes de nuestro cuerpo son la sede inmediata de nuestra percepción. En efecto, cuando cojo mi pluma, cuando hundo mi dedo en el agua, es la sustancia pulposa de esta parte la que recibe la primera impresión; es ella quien la transmite a los principales nervios de los que constituye su terminación, y a aquellos que la comunican al cerebro, que sólo juzga en segundo lugar. 




Si, como dice el ciudadano Sue, la comunicación de los nervios con el cerebro es necesaria para propagar, no el dolor, sino la conciencia del dolor hasta el sensorium o centro de actividad de esta víscera, ¿cómo podría ocurrir que el gotoso que acaba de ser decapitado juzgue que su pie sufre, puesto que la conciencia del dolor  no puede tener lugar por correlación, esto es, mediante la continuidad de los nervios?.




La cabeza, se dirá, no juzga sobre este dolor, pero nada impide que el pie sufra. Pregunto entonces cómo puede esto comprobarse, puesto que el desdichado al que se le acaba de amputar el brazo o la pierna no pronuncia ni un solo grito cuando se le diseca el miembro amputado para examinar los rasgos de la enfermedad.




Se alegarán entonces las contracciones musculares producidas, a cada golpe de bisturí o de escalpelo, en este miembro separado. Este fenómeno es el efecto de la irritabilidad propia de los músculos, y no de la sensibilidad, inseparable de las facultades físicas y morales.


      (. . .)




  Un animal recibe un disparo en plena carrera; cae y muere sobre el terreno. Una muerte tan repentina no debe, según Soemmering, quitar al cerebro el sentimiento, pues este órgano debe aún conservar su fuerza vital durante algunos minutos.





El animal no pronuncia ningún grito, aunque los órganos de la voz están sanos. Un litigante en el curso de un duelo puede recibir una estocada de espada o de sable en el pecho y expirar de inmediato, sin dar ninguna señal de vida. Debería hablar, sentir, dolerse, puesto que los órganos de la voz están sanos, puesto que el nervio recurrente del octavo par está intacto (not. Morgagni  Epist. 10, n.5). ¿A qué atribuir entonces que ocurra lo contrario, . . .?


     (. . .)




   Si efectivamente no fueran éstas las causas, habría que convenir que el tronco del pato que hemos visto moverse sobre sus patas, vive aún, estando suficientemente probado por el contrario que el principio de la vida ya no puede existir, al quedar destruida toda comunicación con el cerebro. ¡Pero el rostro de Ch. Corday se ruborizó!; (. . .)".






Bibliografía.

Coetzee, J.M. Las vidas de los animales,
Literatura Mondadori, Barcelona, 2001

Kafka, Franz. Un informe para una academia en
La metamorfosis y otros relatos, Cátedra, Madrid, 1.985



Pablo Molano Gurutzeta





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