lunes, 20 de mayo de 2013



CÁRCELES BAJO EL AGUA.

AMP.

DELFINES:  elegantes, enigmáticos, venerados y objeto de una controversia sin fin. Cuando las tres principales compañías productoras del 75% del atún que se comercializa en U.S.A. anunciaron que dejarían de adquirir atún a las empresas pesqueras que usaban jábegas (desde principios de los sesenta han matado anualmente más un cuarto de millón de delfines), ecólogos y defensores de los derechos de los animales lo celebraron.


AHORA, gracias a la acción de los consumidores y a las nuevas políticas comerciales de las empresas, los delfines de aguas libres se encuentran menos amenazados. No obstante, los delfines en cautividad siguen sufriendo. Ric O'Barry, que adiestraba al delfín Flipper para la serie de T.V., se convirtió en un acérrimo defensor de los derechos animales cuando el famoso mamífero murió en sus brazos a causa de la soledad y el estrés de la vida en cautividad.  Flipper sólo era una cría. Según O'Barry "la edad media de un delfín en cautividad es de 5,8 años". Los delfines en libertad suelen vivir veinticinco años.





En U.S.A., un número de hoteles cada vez mayor está introduciendo programas del tipo "nade con un delfín". Los clientes pagan unos 100 $ por nadar con un delfín que ha sido capturado o criado en cautividad con fines lucrativos.  Sólo en Florida, hace unos años, había 200 delfines cautivos, muchos de ellos en atracciones de esta índole. Para nadar con ellos no se requiere ningún conocimiento de sus hábitos y necesidades, y algunas personas se han accidentado o asustado por las reacciones de los delfines machos sexualmente frustrados.



Algunas personas pueden padecer una enfermedad, y ello constituye un riesgo  potencial de contagio para los delfines, que son vulnerables a las enfermedades humanas, especialmente cuando su sistemas inmune está debilitado por el estrés que conlleva el confinamiento.




Aunque los empresarios y promotores que se benefician con este tipo de "circos" marinos aseguran que los delfines y orcas de los espectáculos enseñan  a los espectadores a conocer a los animales, la imagen predominante es la frivolidad y la artificialidad, que no enseña nada acerca de la dignidad y el comportamiento naturales de estos inteligentes seres o sobre la situación de los animales cuyo entorno está siendo invadido de escombros por la industria humana.




   Antiguos adiestradores de delfines de la marina americana como Rick Trout hablan públicamente en contra del reclutamiento militar obligatorio de estos inteligentes mamíferos, amantes de la paz, a quienes  se entrena en la realización de acciones peligrosas para su integridad física y para la de los seres humanos. Obligados a capturar minas, recuperar torpedos y a "desactivar" a potenciales saboteadores de lanchas y submarinos nucleares, los delfines se han convertido en displicentes "voluntarios" preferidos. Desde la década de los 60, la marina ha utilizado y utiliza delfines, leones marinos y belugas en programas secretos y, en la actualidad, se experimenta la instalación de armas del calibre 45 en el hocico de delfines, a quienes se enseña a dispararlas contra "hombres-rana" supuestamente enemigos.




Un informe confidencial procedente de Seatle afirmaba que en un  período de dos años habían muerto 13 delfines que estaban siendo entrenados en el programa de mamíferos marinos. Según dicho informe, casi la mitad de ellos sufría depresiones, falta de apetito, úlceras estomacales y estrés intenso antes de su muerte.





La última desgracia del ser humano es hacerse insensible por el hábito a los remordimientos.
Louis P. Segur L'Aine
(Escritor francés)

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