miércoles, 8 de mayo de 2013



EL PERRO Y EL SEXO.-

Monika Wegler (y alguna variación de AP)

Es esta una cuestión que todo dueño o amigo de perro tendrá que abordar, por el bien del humano y del perro o perra.

Por lo general, la perra está dispuesta al apareamiento dos veces al año (casi siempre en primavera o finales de verano) Se habla entonces de "ardor" o "celo". Su primer celo tiene lugar nada más alcanzar la madurez sexual, que suele tener lugar en diferentes épocas según las razas. Entre los perros muy pequeños puede darse a los 6 meses de vida, mientras que entre los grandes, que se desarrollan más lentamente el primer celo acostumbra a aparecer a los 12 meses de edad o incluso más. Pero no todos los perros entran en celo cada medio año. A veces transcurren de 4 a 8 meses entre las fases del ardor sexual, y algunos perros entran en celo una sola vez al año.


Es imprescindible conocer y observar todo el proceso del celo si queremos evitar que la perra quede preñada. La fase previa dura unos 10 días. Los primeros síntomas de que se inicia el proceso del celo: la perra se muestra inquieta. Se lame constantemente, y aparece un flujo vaginal claro al principio y sanguinolento después. Durante los paseos, la perra orina con más frecuencia de lo habitual, para atraer a los machos de los alrededores, con sus sustancias aromáticas. Pero, de momento, rechaza a todos los pretendientes. Al cabo de unos 10 días, cambia el panorama: la perra entra en la fase de pleno celo.



Durante esta fase, que puede durar 7 u 8 días, la perra está dispuesta para el apareamiento. Empieza a buscar pretendientes y, cuando le encuentra, permanece quieta mientras él se acerca, al tiempo que ladea la cola. En esos días hay que estar muy vigilante si no queremos que la perra tenga descendencia. Lo mejor es que salga sólo lo imprescindible, sin quitarle la correa en ningún momento.



Después del celo pleno, acaba el proceso propiamente dicho. La perra seguirá atrayendo a los machos, pero no les permitirá que se acerquen a ella.

Que el macho y la hembra permanezcan unidos entre sí después del coito, forma parte del propio acto sexual: al introducir el pene erecto en la vagina, los músculos de ésta se comprimen, y tienen que pasar 15 ó 30 minutos para que ambos animales puedan volver a separarse. En  ningún caso se intentará separarlos por la fuerza, pues, además de ser muy doloroso, se les podría causar lesiones.


¿Qué hacer para evitar la descendencia?

Si pasó lo que no queríamos que pasara, vaya de inmediato al veterinario. Él pondrá a la perra una inyección hormonal de efectos abortivos. Sin embargo por razones de salud, se debería hacer uso de esa posibilidad sólo en casos de verdadera necesidad. Es mejor considerar a tiempo la manera de impedir una preñez.  Un tratamiento hormonal aplicado por el veterinario puede impedir el celo ciertamente, pero no es recomendable, ya que puede dar lugar a infecciones de matriz.



La esterilización o ligadura de trompas uterinas evita también la fecundación, pero no todos los efectos secundarios como el ardor sexual y la preñez aparente, por lo que tampoco es recomendable. La mejor solución es la castración, que consiste en la extirpación de los ovarios. Tal intervención no perjudica la salud de la perra. Al contrario: previene las enfermedades uterinas propias de la edad y evita la preñez aparente. La perra vive libre de estrés, aunque habrá que darle menos cantidad de comida, pues tenderá a aumentar de peso.


                             
Galgos preparados para ser entrenados para las carreras. Están atados al tractor y les hacen correr hasta quedar exhaustos.


Castración del macho  Muchos dueños de perros y numerosos veterinarios se oponen a esta intervención quirúrgica consistente en extirpar los testículos, porque lo humanizan, creyendo que se lo van a hacer a ellos. Sin embargo, bajo el punto de vista médico, no hay nada que se oponga a ello. Al contrario:  Se previene con ello los problemas de próstata. Tampoco tiene fundamento alguno la creencia de que los machos castrados se vuelvan apáticos y aburridos y tampoco engordan, si se tiene la precaución de darles algo menos de comer y si hacen ejercicio. La aparición de los síntomas siguientes hará recomendable la castración:




*Aumento del afán de pelearse con otros machos.

*Continuos movimientos pélvicos sobre las piernas de la gente o sobre cualquier cosa.

*Inclinación a vagabundear y a escaparse.

*Cuando el macho sufre tanto por no poder satisfacer su instinto, que apenas come y se queda flaco.



Dejemos una cosa bien clara: el dicho popular de que "una perra (y una gata)  tiene que tener cachorros una vez en la vida", es completamente absurdo e incrementa el número de cachorros abandonados, pues nadie puede asegurar de que los cachorros encuentren sitios verdaderamente buenos, de hecho, los cachorros van de mano en mano y de casa en casa hasta pasar por hasta 5 ó más abandonos y terminar en perreras municipales: ósea, el infierno en la tierra.

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