martes, 27 de agosto de 2013

ZOOTERAPIA II



ZOOTERAPIA (II)





Seguramente, a muchas personas les será difícil comprender que un animal pueda influir decisivamente sobre un niño o niña o sobre un adulto. El médico francés Bernard Brusset , del hospital de la Salpêtrière,  piensa que el animal es un refugio, una forma de consuelo para cualquier ser humano, de cualquier edad. El trato cotidiano con los animales nos permite superar las pequeñas miserias que sufrimos diariamente, tanto en el seno familiar, como en nuestro trabajo. Tanto niñ@s como adultos nos sentimos diariamente frustrados en nuestro trato con nuestras familias y con personas ajenas a nuestro entorno familiar.






Muchas personas, jóvenes o menos jóvenes nos sentimos excluídos de muchas actividades, de algunas conversaciones, y esto nos deprime terriblemente. Por tanto, tenemos ocasión de experimentar un sentimiento de inferioridad, la impresión de que nos dejan de lado, de no ser amados como deseamos. Nadie nos escucha. Y estos sentimientos los podemos compartir con un perro, un gato, un caballo, un pájaro  . . . Con un animal tenemos la grata impresión de ser comprendidos, amados y escuchados, sin que ni siquiera necesitemos hablar.







TODO ES POSIBLE CON AMOR 



FRANCISCO  era un joven autista, completamente replegado sobre sí mismo, sin ningún contacto con los demás, cuya única obsesión era que le llevaran a hombros de un adulto. Esta era su única actividad. Parecía que en su caso se podía aplicar la equiterapia (terapia con caballos). Le llevaron al picadero. Y allí:

"anduvo en medio de los caballos, sin ningún temor, los acariciaba furtivamente con la punta de los dedos. Escogía su caballo, siempre el mismo en cada sesión, y tendido de espaldas mirando al cielo, con una sonrisa serena, descubría el intenso placer corporal de ser llevado, acunado al ritmo de los pasos del caballo. A través de este placer al fin pudo establecer una relación con la terapeuta, quien logró que Francisco se enderezara sobre el lomo del caballo y se volviera un poco activo".






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LA DOCTORA HÉLÈNE VALIERGUE, profesora de la escuela de veterinaria de Alfort (Francia), refiere la historia de un centro en el que delincuentes menores de 16 años son reeducados con ayuda de animales. Esta experiencia comenzó un poco por casualidad, cuando los responsables del centro decidieron criar gallinas para tener huevos frescos. Desde el primer momento se quedaron muy sorprendidos al ver el interés que aquellos chavales "difíciles" tenían por alimentar a las gallinas y recoger los huevos. Pero su sorpresa inicial pronto se convirtió en terapia.






Decidieron dejar que entraran en el centro los perros y gatos abandonados, que eran recogidos y cuidados. A medida que fueron pasando los años ese centro se convirtió en un "arca de Noé" donde adolescentes considerados "perversos" recogen y protegen a toda una fauna.






La Doctora Valiergue no se sorprende ante el éxito de esta experiencia, ya que para ella el animal permite, tanto al niño/a como al adulto "tomar conciencia de su responsabilidad como ser humano" Es un ser vivo totalmente dependiente, que hay que curar, cuidar y alimentar. Y el animal despierta en nosotros el deseo de proteger a alguien, de compartir, de amar.







El animal tiene el poder de tranquilizar y de ayudarnos a seguir adelante. El animal nos permite recuperar la confianza, porque no tiene miedo a regalarnos todo su afecto y cariño, sin pedir nada a cambio.



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UNA HEROÍNA DESINTERESADA.







Skeezer, es una perra inteligente, amable, de raza incierta que desde hace doce años está en el servicio psiquiátrico para niños del hospital de Michigan. Skeezer sabe que su trabajo consiste en acercarse a unos niños replegados sobre sí mismos y hostiles a cualquier contacto humano. Cuidadosamente adiestrada, la perra dedica su atención a un niño privado de afecto o le escucha expresar su disgusto. Se hace un ovillo sobre la cama para dar calor y reconfortar al niño ESPANTADO, la primera noche que pasa en el centro, o se presta a sus juegos violentos.





Como la herida o el traumatismo no está asociado al perro, el conflicto se resuelve con éste. Permitirán que el perro se acerque, lo acariciarán y jugarán con él mientras le cuentan sus problemas.






En el hospital psiquiátrico para niños donde la perra Skeezer es co-terapeuta, la jefa de enfermeras dice a su personal: 

"Sin amor, no haríamos más que una especie de mala compostura, como si quisiéramos volver a pegar los pedazos rotos con cinta adhesiva. Lo que más necesitan l@s niñ@s es amor". Y los animales son los únicos que están dispuestos a REGALARLO.



FUENTE: Revista INTEGRAL Nº 134





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