miércoles, 5 de junio de 2013

COMENTARIO A UN LIBRO DE J.M. COETZEE... y un poco más.


COMENTARIO A UN LIBRO DE:
                             J.M. COETZEE
...y un poco más (Aimar Elorrieta)

Jon Ander Mérida  Gabika


El pasado Diciembre he tenido mucho tiempo para leer. Y no es frecuente que ello ocurra. Entre los libros que leí está uno de J.M. Coetzee. Se titula Las vidas de los animales. Si lo traigo aquí a cuento no es tanto por su  tema, ya que leí otros del mismo asunto, cuanto por el "gusto" que dejó en mi lectura.



                                         Pero... ¿Quedan linces en libertad en España?


Habré de confesarme que apenas recuerdo alguna línea de ese texto. Pero a mi cabeza viene un batiburrillo de frases que esbozan una especie de "puzzle" sonoro que viniera a irrumpir en los ruidos que acechan nuestra cotidianidad urbana. Sones que conforman la presencia de un silencio.



Seiscientas ardillas mueren en un aeropuerto de París a causa del intenso frío y de hambre. Cuando la brigada de la SPA llegó al almacén, un olor nauseabundo se desprendía de las cajas y los animales estaban entregados a actos de canibalismo. Como siempre, los responsables humanos no son castigados.



El relato está centrado en la figura de Elisabeth Costello, el alter ego del autor, defensora de los derechos de los animales y que se desplaza a un College estadounidense para dar unas conferencias sobre el asunto. El acontecimiento desencadena variados discursos en torno al tema sin que por ello se dibuje un espacio cerrado. Las distintas posiciones, familiar, académica, social, etc., que se manifiestan en los discursos de los personajes difieren entre sí, pero nunca parecen dejar de  oponerse a la adoptada por la Sra. Costello. Y en ese juego de encuentros y desencuentros lo que se dibuja es el perfil de la Ausencia.



Las ardillas habían sido almacenadas a la intemperie expuestas al frío y la lluvia, y sólo protegidas por una simple lona sobre las siete cajas de cartón en las que viajaron. El contrabando de especies protegidas nueve  mil millones de euros anuales.  La única forma de parar estas masacres que se repiten contínuamente en muchos aeropuertos es NO ADQUIRIR NINGÚN ANIMAL. Si no hay demanda no hay contrabando.


Es algo que dice a eso que creemos saber delimitado en la palabra "humano". Y con ello me parece que perseguimos la configuración de la clausura de un espacio. Lo que me recuerda una de las objeciones que se le ponen a la Sra. Costello: el carácter inquietantemente abstracto que revela la preocupación por los animales. A mi entender esa inquietante naturaleza se desprende de todas las voces que se escuchan en el texto. Sean en favor de los animales o bien pasen del tema.




Hay serpientes que han sido descubiertas en vehículos que transportaban un cargamento de droga.



Los "derechos" tal y como se entienden en la modernidad surgen de la sociedad. Tal figura retórica viene a hacer efectivos los principios en que se basa el trato entre los individuos que configuran la misma. Como tal la constituyen. Y ahí existe un fíat que hace indecidible la cuestión de qué fue primero si la sociedad o el derecho.



El problema de los derechos, queramos restringirlo a los humanos o extenderlos más allá de los mismos, me parece que es algo que no puede fijarse como si los mismos existieran en algún lugar dotado de autoridad e independiente de cada uno de los individuos. Como todo discurso, el discurso especista tiene su límite. ¿Queremos superarlo? ¿Es posible? La imposibilidad de responder a las preguntas se hace manifiesta en el mismo instante de intentar hacer efectiva la respuesta. Lo cual viene a mostrar que no hay mundo sin "discurso" es una construcción como tantas otras, entre ellas el "homo oeconomicus", cada individuo está tejido y teje su existencia con una pluralidad de discursos. Claro que estableciendo una preeminencia entre los mismos. Pero ... ¿quien determina esa escala? Responderlo hace necesario más discursos. Y sin buscar salidas fáciles, quiero decir sin perseguir la ambigüedad del pescado.





                                                    Cazadores: Matan y contaminan.





****Los perdigones de plomo causan en los humedales una alta contaminación.


****Esta contaminación intoxica cada año en España a más de 200.000 aves acuáticas.


****En algunos arrozales de la albufera valenciana, se alcanzan 400 perdigones por metro cuadrado y 389 en la *L de *E, en el Delta del Ebro. Ambas cifras son máximas mundiales!.


****Los niveles de plomo detectados en hígado y otros tejidos suponen un alto riesgo para el que consume esta carne, que lógicamente está contaminada, provocando a quien la consume (si son niños o adolescentes) hasta retrasos funcionales y trastornos neurológicos más o menos graves. 














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