lunes, 21 de abril de 2014



UNOS INSECTOS MUY ROCKEROS


Moscas de las piedras





Si los saltamontes tuvieran que representar al mundo de los insectos en las competiciones musicales, las moscas de la piedra (orden Plecóptera) tocarían la batería en las bandas de rock insectívoras.





Los miembros de los órdenes de los saltamontes y escarabajos tamborilean, y las hormigas y otros insectos se comunican mediante vibraciones del sustrato, pero ningún artrópodo se acerca al cadencioso virtuosismo de las moscas de las piedras.






A diferencia de lo que ocurre en los grillos y saltamontes, los plecópteros macho buscan activamente a su pareja. El macho de una especie realiza el primer movimiento, un breve crescendo de golpecitos sordos: 
"ba da da Da DA DA DA dum". La hembra responde con un comparativamente suave "ba da da da da dum". Otra especie desfila al compas de un ritmo de tambor diferente; "ta TA TA TA TA", y la hembra responde con un: "ta-ta-tata-ta" ligeramente más espaciado.





                                     Ninfa de Mosca de la Piedra



Algunas especies se limitan a repetir este modelo compuesto por dos partes. Otras utilizan un modelo de tres partes -el macho llama, la hembra responde y el macho confirma-, y algunas emiten unos patrones de llamada y respuesta incluso más complejos.






Los especialistas en plecópteros han estudiado cerca de 150 especies, cada una con un patrón particular. Como carecen de baquetas, las moscas de las piedras utilizan el abdomen para golpear o frotar el suelo, o simplemente agitan sus cuerpos para hacer vibrar el sustrato. Algunas especies poseen unos apéndices abdominales especiales para tamborilear.




                                        Libro exquisito de Mr Dickens



Existen varios factores que contribuyen a la especificidad del sonido, entre ellos, el número de golpes, la forma del golpe -es decir, cuán agudo es el sonido-, el intervalo entre los golpeteos y la regularidad del ritmo. Algunas especies tienen un ritmo de 2 golpes por segundo, y otras, de más de 20 golpes por segundo. El ritmo parece surgir, como en los grillos, de unas conexiones del sistema nervioso genéticamente determinadas.





Un programa de ordenador que genere "solos de tambor" atrae la atención de la hembra, pero sólo si se asemeja bastante al ritmo propio de la especie. Si el programa varía demasiado, la hembra lo ignora.  Miembros de una misma especie de plecópteros que viven en Alaska y Colorado generan y reconocen un ritmo ligeramente diferente. La existencia de dialectos en estas dos poblaciones sugiere que deben estar en un proceso evolutivo de separación en dos especies diferentes.





En las pruebas de laboratorio, los machos y las hembras pueden conversar en un espacio de casi ocho metros lleno de barras de madera y a través de diferentes ramitas de la misma rama principal. Cuando los investigadores ofrecen a los dos plecópteros parches del tambor separados -por ejemplo, una jaula de papel en el laboratorio y una hoja o corteza secas en la naturaleza-, machos y hembras sólo se pueden comunicar unos dos metros. En una superficie rocosa sólida, sin parches, no se puede comunicar en absoluto.





                                        Crianza de insectos fitófagos



Sólo las hembras vírgenes responden al tamborileo de los machos. Una vez iniciada la comunicación, la pareja la mantiene hasta que el macho encuentra a su compañera. Cuanto más vigoroso es un dúo, más rápidamente encuentra el macho a la hembra y también más rápidamente se pueden aparear.





La búsqueda típica de un macho en la arena de un anfiteatro artificial construido en el laboratorio es la  siguiente: el macho camina sin rumbo fijo, llamando de forma ocasional hasta que escucha una respuesta "insinuante" y empieza el dúo. Camina una corta distancia hacia su izquierda y llama de nuevo. Toma nota de la dirección de la respuesta y se gira bruscamente hacia la derecha, emitiendo una nueva llamada, al tiempo que se encamina en la dirección que él cree que debe seguir. Tras unos pocos giros, finalmente encuentra a la hembra.






No se ha estudiado la búsqueda de las moscas de las piedras en la naturaleza, donde una "arena" típica estaría formada por las muchas ramitas de un árbol muy ramificado. Los investigadores piensan que los machos deben tener alguna especie de mecanismo de triangulación innato para localizar a la hembra, y que ella pueda evaluar su eficacia biológica como pareja calculando el tiempo que le lleva encontrarla. Para facilitar la búsqueda, la hembra no se mueve de su posición mientras está comunicando, pero puede desplazarse después de un tiempo para evitar a los machos lentos -y a las arañas que escuchan sus conversaciones-. Si la búsqueda del macho tiene éxito, la pareja se aparea de inmediato.






Una buena comunicación presumiblemente proporciona una mejor oportunidad para aparearse y poder poner los huevos antes de que un depredador encuentre a la pareja; después de todo, el objetivo fundamental del organismo consiste en pasar sus genes a la siguiente generación, sin importar el tipo de comunicación que se haya utilizado.






La mosca como símbolo del valor indomable, insistencia y tenacidad frente al conflicto, era el mayor galardón militar en la cultura egipcia antigua.






FUENTE: "EL LENGUAJE DE LOS ANIMALES"

AUTOR: Stephen Hart. Prólogo de Frans de Waal, prestigioso etólogo.

© 1996 Robert Ubell Associates, Inc. All right reserved
© de la traducción: 1997 Ediciones Omega, S.A.
© Alianza Editorial, S.A., Madrid, 2013













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