domingo, 29 de diciembre de 2013



EL LENGUAJE DE LAS GALLINÁCEAS.




Aves de corral y gallos rojos

Consideremos la diferencia entre dos llamadas de alarma: "¡eh!" y
"¡agáchate!". La primera puede provocar que el receptor mire a su
alrededor y, de forma inconsciente, se acerque al peligro en lugar
de alejarse de él. La segunda transmite información, no sólo alarma.




Durante años los investigadores creían que todas las llamadas de alarma 
de los animales carecían de significado, como el grito inarticulado de una
persona. Pero una minuciosa observación en la naturaleza reveló nuevos
detalles.




                                           Gallinita de Bantam


Ante una situación de peligro, los animales no responden siempre de la 
misma manera. Incluso la humilde gallinita de Bantam posee un pequeño vocabulario de señales de peligro. Como respuesta al descubrimiento de
una comadreja dentro del corral, la gallinita emite un agudo
 "Kuk, Kuk, Kuk".  Pero si descubre a un halcón volando en círculos por 
encima de su cabeza chillará una única llamada larga.




                                 Comadreja: el terror de los gallineros.


Para que una conducta se considere una comunicación deliberada, los 
investigadores buscan alguna indicación de que el emisor tenga intención
de comunicarse. También buscan una respuesta por parte del receptor.
En sus llamadas de alarma, las gallinetas de Bantam satisfacen ambos
criterios.




Las gallinitas de Bantam no suelen emitir llamadas que alerten a otras
aves de la presencia de depredadores si no hay otras gallinitas en las 
inmediaciones. Este fenómeno, conocido con el nombre de 
"efecto de la audiencia", parece indicar que las gallinitas son conscientes
de que la llamada puede hacer o no algún bien.




Si fuera simplemente una alarma emocional, las aves cacarearían bajo
cualquier circunstancia, igual que los humanos pueden gritar cuando ven
algo terrorífico aunque no se encuentre nadie alrededor.




Además, las gallinitas de Bantam tienen dos llamadas que provocan dos
respuestas claramente diferenciadas. Una serie de cloqueos indica la
presencia de un depredador terrestre, y un chillido, un depredador aéreo.  Cuando la gallinita oye los cloqueos, estira el cuello, escudriña
el suelo y corre hacia el centro del corral, desde donde podrá ver a la 
comadreja deslizarse bajo el gallinero. Una gallinita que oiga un chillido
mirará hacia arriba y se pondrá a cubierto.



                                          Halcón peregrino, joven.


Afortunadamente para los investigadores, las gallinas y los gallos de Bantam ven la televisión y se creen lo que aparece en ella. Un vídeo
de un mapache o de un búteo colirrojo desencadena la llamada adecuada, y la llamada genera la respuesta adecuada.



                                           Gallo de Bantam.


Las gallinitas de Bantam y los gallos rojos, los ancestros salvajes de los
pollos domésticos, también llaman para anunciar que han descubierto la
comida. La llamada, una grave serie de cloqueos de una nota, transmite 
algo más que la mera satisfacción por haber encontrado alimento.  Los
gallos raramente emiten esa vocalización, salvo al encontrar comida o al
ver a una hembra. Las gallinas raramente cloquean por la comida a menos que sus polluelos estén cerca.




Curiosamente, los gallos rojos modifican sus llamadas de alimentación
según el alimento que hayan encontrado. Si la comida es excelente
[por ejemplo, una jugosa larva], cloquean más a menudo y también de 
forma más rápida. Las gallinas no responden de inmediato a las llamadas
que indican "baja calidad" del alimento. Aunque los polluelos recién salidos del huevo responden de forma diferente a las llamadas que indican alta y baja calidad del alimento, aprenden a discriminar mejor a
medida que adquieren experiencia.




A veces, los gallos domésticos emiten una llamada de alimentación
cuando, de hecho, no han encontrado ningún alimento. Incluso pueden
anunciar el descubrimiento de comida de alta calidad cuando ésta no 
es tan buena. Algunos investigadores sugieren que esta conducta es
engañosa. Pero como la llamada sirve de aviso de comida y también
de apareamiento, el gallo quizá no se sienta culpable de emitir falsa
publicidad.








FUENTE: "EL LENGUAJE DE LOS ANIMALES". Prólogo de Frans de Waal,
prestigioso etólogo

AUTOR: STEPHEN HART, Biólogo.

© ALIANZA EDITORIAL, S.A., Madrid, 2013.






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